martes, 16 de abril de 2019

Des-hacer.

No sé si es una cosa generalizada o si sólo a mí me causa asombro: hacer como que las cosas no pasaron, se dijeron, no sucedieron es IMPOSIBLE.

En cierto sentido, el pasado es inamovible; sí, se puede reescribir, re-entender, re-elaborar, quitar o poner según diferentes interpretaciones o decisiones de por qué pasaron las cosas, pero nada de eso nos permite hacer como que lo que pasó no pasó. Incluso cuando lo justificamos como un error "hice esto, pero por error, porque yo quería hacer x, mi intención no era hacer eso", justificarlo y calificarlo de error no lo borra, de hecho, le da más peso, se planta más, pues toda esa elaboración sólo es necesaria porque ESO pasó y, por haber pasado, es inamovible.

Una amiga solía decir que uno tiene que tener mucho cuidado cuando pregunta algo, porque la respuesta puede no ser lo que uno quiere (o puede) escuchar, y no hay cómo retractarse, des-escucharlo, hacer como que no pasó (no oigo, no oigo, soy de palo, tengo orejas de pescado). Hay que tener cuidado y estar seguros de que queremos y podemos escuchar lo que el otro va a decir, incluso cuando su respuesta es un silencio. Todo eso tiene y tendrá un lugar, y no hay forma de que deje de estar ahí.

Yo, a diferencia de mi amiga, prefiero preguntar y saber, sin importar lo doloroso e insostenible que sea ese saber, que no saber. Porque mi cabeza no encuentra descanso y no deja de darle vueltas al asunto, de considerar diferentes posibilidades, de poner deseos, necesidades, goces, fantasmas, explicaciones, justificaciones, en el otro; y ninguna basta por sí sola, es necesario que yo haga un ejercicio consciente y "decida" una opción, escoja qué fue lo que pasó (¿por qué desapareció? por esto, por estas razones) y, a partir de ahí, elabore un duelo, una historia, algo. Después, puedo tener paz, puedo vivir con esas historias, incluso cuando implican que yo decida no poner ninguna razón y dejar lo que pasó así, vacío, sin relleno, con una tautología "pasó porque pasó y eso basta".

Suena incongruente, si puedo, finalmente, decidir que lo que pasó es tautológico, no es cierto que necesito una respuesta, hacer una pregunta... pero, en realidad sí, porque van por vías diferentes. Necesito hacer la pregunta, si se puede al otro, si no se puede al aire, darle un lugar y luego esperar una respuesta, del otro, de mí, del silencio. Lo que no puedo es no llevar a cabo todo el proceso, darme por bien servida sólo con lo que pasó y no querer/necesitar saber más.

En mi necesidad de darle lugar a la pregunta, he recibido respuestas terribles, que me han hecho pedazos, que me han lastimado más que el no saberlas (pero, ¿cómo saberlo con antelación, para no preguntar?); pero, con el tiempo, me han permitido estar en paz, con el pasado, con mi historia, con los otros, conmigo.

He escuchado cosas que no debí haber escuchado jamás, pero puedo hacer algo con ellas, porque, así como es imposible des-hacerlas, es imposible no hacer algo con ellas, y el qué, depende de mí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Soy sólo yo?