tag:blogger.com,1999:blog-90561662287046308912024-02-07T20:30:08.748-08:00Los violines de AriadnaNo estoy segura de cómo me da tiempo de pensar tantas tonterías, pero sería una lástima que no las compartiera (o no).Ariadna Valdéshttp://www.blogger.com/profile/03497905218837592567noreply@blogger.comBlogger223125tag:blogger.com,1999:blog-9056166228704630891.post-8532253309300016732020-02-24T10:02:00.001-08:002020-02-24T10:02:16.038-08:00Hoy viene a ser la cuarta vez que espero...<div style="text-align: justify;">
No pude perderle. No se trataba de aceptar que le había perdido, no, era perderle <i>en sí</i>. No pude.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Aún no sé si fue porque comenzó a dolerme y "decidí" que no podía soportar ni sobrevivir ese dolor, si fue porque no entendía qué había pasado (sí, se fue, pero ¿por qué? ¿qué cambió?), o porque yo no quería que se fuera. Simplemente, quería que estuviera aquí, conmigo, que estuviéramos juntos.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Mi historia es una de despedidas, de vacíos, de agujeros dejados por quienes he amado y que ya no están. Algunos murieron (los más importantes); otros se fueron sin decir palabra, con silencio ante mi llamado posterior; otros se despidieron y marcharon para no volver, para regresar a veces, para regresar y tener que irse nuevamente; algunos más se tomaron el tiempo y la pasión de hacerme pedazos antes de irse; otros, pocos, no se fueron sino que yo les saqué. Pero, al final, mi historia es de ausencias.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
¿Has pensado que es justamente porque alguien está ausente que puede regresar y estar presente? La ausencia es necesaria, para querer, extrañar, conocer, desear, volver. Las ausencias del otro nos permiten ver, sentir y pensar <i>su</i> lugar, acomodarle cosas, preguntarle, mover, anhelar. Si el otro no faltara, ni siquiera podríamos saber de su presencia.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Él se fue. Primero sutilmente, sin avisar, en silencio; volvió un par de veces, cuando fue llamado a volver, cuando era obligadamente esperado, cuando él así lo decidía (¿para qué? ¿para saber que podía irse?). Volvió así una semana, ausencias y presencias. Finalmente, regresó para avisar que se iba, que estar aquí no era algo cómodo, que no podía ser. Caminó unos pasos junto a mí, hasta que fue momento de parar, me abrazó, hasta que se sintió satisfecho de presencia, y partió. El acuerdo tácito era "para siempre", aunque nada se dijo al respecto. De hecho, fue un día de pocas explicaciones, de frases confusas, de preguntas y peticiones que no se dijeron, de silencios que hablaron poco, de falta, fue tanta la falta...</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Y yo, no, no pude aceptar su ausencia. No.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
¿Qué se supone que hace uno cuando tú no querías que se fueran y eso ni siquiera tuvo lugar (lo que tú querías)? Hacía tantos años que no sentía esto: ausencia de quien debería estar presente. Pensé, ¿de dónde vino ese pensamiento, esa certeza?, que no viviría una ausencia así a estas alturas. Sí ausencias de quienes tienen que partir porque no funciona, porque su presencia lastima. Pero no la ausencia de alguien a quien yo quería tener aquí, presente, conmigo.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Así que tomé mis recuerdos, sus palabras, mis deseos, y los convertí en otras realidades: le pensaba, nos pensaba, fantaseaba nuestras pláticas, tiempo y momentos juntos. Dependiendo de mi estado de ánimo, el presente-fantaseado podía ser una pelea (es decir, yo exigiendo, con gritos y dolor, que me restituyera de su pérdida, que subsanara la ausencia), o podía ser un mundo en el que sus últimas palabras, la separación en sí, no tuvieron lugar. Esa era mi favorita: fantasearme con él, juntos, como si no me hubiese lastimado, como si la pregunta de quién es él y por qué hizo lo que hizo no fuesen necesarias, como si el tiempo en ausencia no hubiese pasado y sólo tuviéramos presencia.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
A veces bastaba eso, sentirle conmigo, hablar. A veces hacía falta más, pero no suficiente como para demandar su presencia, para buscarle. No. Su presencia no hizo tanta falta que fuera necesario que él regresara. ¿Por qué? ¿Por qué bastaba sólo esto? ¿Fue él tan poco? ¿Lo que me hacía quererle ni siquiera venía en/con él?<br />
<br />
Hasta que, sin esperarlo (pero sabiendo que eventualmente pasaría), me lo encontré. Con toda la ventaja de haberle visto primero, me senté a la mesa, comencé a hablar, se levantó a saludarme de beso, no entendía, yo temblaba, hablaba... confusión, "eres un pocos huevos, un cabrón"... luego, dio pie a una explicación "me dejaste tocada, lo que me hiciste fue sublime", un ofrecimiento que no sería cumplido, "¿qué puedo hacer para enmendarlo?", una mentira que callaba mi deseo (vuelve) "tu cabeza en bandeja de plata", silencio, miradas, temblores... confusión, palabras y, de repente, ¿Cómo estás, qué has hecho? platicamos con <i>esa </i>cercanía e intimidad que tanto me gustaba, tan natural, sin siquiera tener que buscarla (¿porque nunca se fue?), yo coqueteaba, le miraba y no dejaba de pensar que sí, que era ahí, con él, sí.<br />
<br />
Al terminar entendí (no con la razón, sino con todo, lo sentí) por qué él, por qué no había podido dejarle ir, por qué seguía esperándole; porque él, nosotros, esa intimidad, esa cercanía, ese estar ahí toda yo, hacía sentido.<br />
<br />
Pero, nuevamente, no vi lo que no estaba presente, no noté la ausencia de algo: que él quisiera. Y no, él no quería, ni quiso, no quiere.<br />
<br />
Por eso, hoy viene a ser como la cuarta vez que espero, desde que sé que no vendrás más nunca...</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
Ariadna Valdéshttp://www.blogger.com/profile/03497905218837592567noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9056166228704630891.post-3738520080636582002019-04-16T15:54:00.001-07:002019-04-16T15:54:18.554-07:00Des-hacer.<div style="text-align: justify;">
No sé si es una cosa generalizada o si sólo a mí me causa asombro: hacer como que las cosas no pasaron, se dijeron, no sucedieron es IMPOSIBLE.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
En cierto sentido, el pasado es inamovible; sí, se puede reescribir, re-entender, re-elaborar, quitar o poner según diferentes interpretaciones o decisiones de por qué pasaron las cosas, pero nada de eso nos permite hacer como que lo que pasó no pasó. Incluso cuando lo justificamos como un error "hice esto, pero por error, porque yo quería hacer x, mi intención no era hacer eso", justificarlo y calificarlo de error no lo borra, de hecho, le da más peso, se planta más, pues toda esa elaboración sólo es necesaria porque ESO pasó y, por haber pasado, es inamovible.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Una amiga solía decir que uno tiene que tener mucho cuidado cuando pregunta algo, porque la respuesta puede no ser lo que uno quiere (o puede) escuchar, y no hay cómo retractarse, des-escucharlo, hacer como que no pasó (no oigo, no oigo, soy de palo, tengo orejas de pescado). Hay que tener cuidado y estar seguros de que queremos y podemos escuchar lo que el otro va a decir, incluso cuando su respuesta es un silencio. Todo eso tiene y tendrá un lugar, y no hay forma de que deje de estar ahí.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Yo, a diferencia de mi amiga, prefiero preguntar y saber, sin importar lo doloroso e insostenible que sea ese saber, que no saber. Porque mi cabeza no encuentra descanso y no deja de darle vueltas al asunto, de considerar diferentes posibilidades, de poner deseos, necesidades, goces, fantasmas, explicaciones, justificaciones, en el otro; y ninguna basta por sí sola, es necesario que yo haga un ejercicio consciente y "decida" una opción, escoja qué fue lo que pasó (¿por qué desapareció? por esto, por estas razones) y, a partir de ahí, elabore un duelo, una historia, algo. Después, puedo tener paz, puedo vivir con esas historias, incluso cuando implican que yo decida no poner ninguna razón y dejar lo que pasó así, vacío, sin relleno, con una tautología "pasó porque pasó y eso basta".</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Suena incongruente, si puedo, finalmente, decidir que lo que pasó es tautológico, no es cierto que necesito una respuesta, hacer una pregunta... pero, en realidad sí, porque van por vías diferentes. Necesito hacer la pregunta, si se puede al otro, si no se puede al aire, darle un lugar y luego esperar una respuesta, del otro, de mí, del silencio. Lo que no puedo es no llevar a cabo todo el proceso, darme por bien servida sólo con lo que pasó y no querer/necesitar saber más.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
En mi necesidad de darle lugar a la pregunta, he recibido respuestas terribles, que me han hecho pedazos, que me han lastimado más que el no saberlas (pero, ¿cómo saberlo con antelación, para no preguntar?); pero, con el tiempo, me han permitido estar en paz, con el pasado, con mi historia, con los otros, conmigo.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
He escuchado cosas que no debí haber escuchado jamás, pero puedo hacer algo con ellas, porque, así como es imposible des-hacerlas, es imposible no hacer algo con ellas, y el qué, depende de mí.</div>
Ariadna Valdéshttp://www.blogger.com/profile/03497905218837592567noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9056166228704630891.post-37240433219271512132019-03-13T17:25:00.000-07:002019-04-16T15:58:46.608-07:00El placer de las pequeñas cosas<div style="text-align: justify;">
He escrito en diversas ocasiones, y quien me conoce lo sabe: me parezco mucho a mi papá: el sentido del humor, la "sensualidad" en las caderas, los mocos, las expresiones, la pasión por la lectura. Muchas de esas cosas en común son aprendidas (aprehendidas), copiadas, tal vez algunas vengan por genética, pero de todas ellas, la que más me gusta (y más agradezco que él tenga porque yo pude aprenderla) es <b>el placer de las pequeñas cosas.</b></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Pero, para entenderla, es necesario hacer una breve descripción de mi papá. Es químico y se ha dedicado, toda su vida, a la investigación y la docencia, desde hace treinta y tantos años trabaja en la UNAM y, como él dice, "no trabajo, hago lo que me gusta y me pagan por ello". No recuerdo ni una sola queja sobre su trabajo, ni un solo día en que no tuviera ganas de ir a trabajar. Ni siquiera los fines de semana dejaba de trabajar, ni cuando ha estado enfermo; yo lo recuerdo desde las 6 de la mañana trabajando, emocionado y apasionado por eso que estaba haciendo, curioso por aprender algo nuevo, siempre.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Además del trabajo, le gusta el cine, la música (fue violinista), los libros, los cómics. Compartimos [su] cuenta en kindle y constantemente nos recomendamos libros, leemos a la par (es decir, presionándonos el uno a la otra) el mismo libro, buscamos alguno que podría interesarle al otro. Es nuestro pequeño mundo compartido, porque nadie más de la familia lo hace con nosotros.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Ahora sí, volvamos al placer de las pequeñas cosas. Recuerdo que, cuando era niña, mi papá siempre traía una libreta en la bolsa de la camisa (la libreta de pensamientos sublimes), y cómo le emocionaba su libreta, comprarla, usarla, tenerla. Lo mismo pasaba con las plumas, los lapiceros, los marcatextos, todos ellos le producían una felicidad que llevaba siempre un bailecito de felicidad, una sonrisa, un movimiento de caderas de emoción. Encontrar un libro que pudiera ser interesante le emociona muchísimo, ver el inicio de una película y compartirlo, preparar algo vegano para comer, descubrir platillos y opciones, germinar sus semillas y luego comérselas (y compartirlas, muy importante). Le gusta inventar canciones sobre cosas cotidianas, le canta a los perros, les habla como si fueran personas (ingenieros, doctores, pacientes del psicoanalista, a quien él encarna). </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Puedo decir, con absoluta convicción, que mi papá es un hombre feliz, satisfecho con su vida; un hombre que, cuando muera, morirá bien, en paz, porque tuvo una buena vida, plena, feliz. Y no, no creo que sea feliz porque haya hecho grandes cosas, o porque sus equivocaciones fueran pequeñas (vaya que no lo son), sino por las pequeñas cosas, porque todos los días disfrutó algo, por muy pequeño que fuera; y eso hace toda la diferencia y hace que valga la pena vivir, incluso lo malo y con lo malo.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Y, de alguna extraña forma, yo aprendí eso, a ser feliz con las pequeñas cosas, a sentir placer por detallitos, a disfrutar nimiedades, a sentirme en paz, feliz, satisfecha todos los días, aunque fuera sólo un rato, a separar lo que me duele de lo que me causa placer y felicidad. Es el placer de las pequeñas cosas lo que me ha permitido seguir viviendo, disfrutar todos mis días, dormirme feliz y despertarme emocionada; anhelar el futuro y lo que pueda traer, estar en paz porque el día que sea que me muera será un buen día, sin asuntos pendientes, sin arrepentimientos. Porque, con todo y lo malo, el dolor, las faltas y los agujeros, mi vida es una buena vida, que vale la pena vivirla.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Visto así, aprendí a vivir y cómo vivir de mi papá, y eso, no es una pequeña cosa.</div>
Ariadna Valdéshttp://www.blogger.com/profile/03497905218837592567noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9056166228704630891.post-46740117709155622862019-02-19T16:22:00.001-08:002019-02-19T16:28:38.618-08:00Nunca seré señora<div style="text-align: justify;">
Hace ya unos añitos, escribí un post sobre qué te hace "<a href="https://ariadnavaldes.blogspot.com/2014/09/la-edad-y-las-senoras.html" target="_blank">señora</a>" y, obviamente, la conclusión a la que llegué es que yo nunca sería señora, porque no me parezco a mi mamá. Ahora, cinco años después, ya con treinta y siete años, sigo siendo señorita, pero no sólo porque no me parezco a mi mamá.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Tengo que confesar que sí, ya tengo arrugas y, con el nuevo corte de cabello (súper cortito, como dirían las mujeres de mi edad, a la Sinead O'Connor), me veo de mi edad, o lo más cercano a ella. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Aún así, sigo sin sentirme señora. No tengo pareja, no tendré hijos y, en muchos sentidos, sigo comportándome como jovencita. Recuerdo que en una película de los 90's (El retrato perfecto) le dicen a Jennifer Aniston que ella, con sus veintiocho, seguía viviendo como una universitaria, que no tener deudas, familia, casa, etc., la hacía una persona "de poca confianza" porque no <i>necesitaba</i> el trabajo. Hace unos meses, una amiga dijo algo similar, que se considera "ser adulto" al hecho de endeudarse, porque eso hacen los adultos. Tienen las tarjetas a tope, se echan un préstamo a veinte años por una casa, o de cuatro por un automóvil, pagan las vacaciones y las cosas de la casa a plazos, en fin, que no viven con lo que ganan, sino con lo que deben. En este sentido, tampoco soy del todo adulta; salvo en dos ocasiones, no me he endeudado, no he debido nada. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
También, hace unos años, mi (ahora ex) novio me dijo que yo no me veía de mi edad porque no me vestía "como debería", que andar en jeans, falditas, botas, blusas sin mangas, me hacía ver más joven, porque las mujeres de mi edad suelen trabajar en oficinas y utilizar ropa formal, no como yo; y no sólo eso, sino que el poco maquillaje que utilizo también da esa impresión: me veo más joven.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Al cumplir 36 decidí que comenzaría a decir que tengo casi cuarenta, por varias razones:</div>
<div style="text-align: justify;">
- Me encanta el rumbo que lleva mi vida, y me emociona el futuro, no me da miedo envejecer y lo que la edad traiga consigo;</div>
<div style="text-align: justify;">
- Me evita las miradas de lástima cuando la gente me pregunta si tengo marido o hijos, porque a los 36, estás aún en el borde, al límite de las posibilidades.</div>
<div style="text-align: justify;">
En cambio, tener 40 significa estar quedada y, con eso, ya no hay más que incomodidad de la gente, porque sería de mala educación que me dijeran "uy, pues ya se te pasó el tiempo, qué lástima, pudiste haber agarrado marido" o yo que sé.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Claro, no hay que ser parciales, también lo digo porque eso suele tener como respuesta "te ves súper bien para tu edad"... aunque ese comentario siempre me haga preguntarme cómo se supone que me debería de ver, apenas es la mitad de mi vida, si ya me viera como de sesenta, sería preocupante, ¿no? Sí, sí, sé que mucha gente de mi edad tiene panza, se están quedando pelones, hay canas, arrugas, rastros de descuido y excesos, de preocupaciones, de desveladas, de poco tiempo para la salud y mucho tiempo para las obligaciones. Y no, yo no me veo así. Yo no vivo así.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
No es que no me preocupe, o que no pase alguna parte relativamente importante de mis días triste, preocupada, desolada, pero eso no dirige mi vida. Duermo bien, suficiente todos los días, como bien (son un hobbit, no perdono comida saltada), hago mucho ejercicio, todos los días hago por lo menos dos cosas que me hacen muy feliz. Porque, decidí hace algunos años que como uno nunca sabe cuándo se termina la vida, no era una buena estrategia postergar la felicidad, los pequeños placeres, tiempo para mi, para lo que es importante en mi vida. Así que cada día es un buen día, porque tuvo algo que me hizo feliz, algo bonito, algo disfrutable. Incluso los días en que me siento muy mal, que lloro y lloro, que me siento sola, que estoy tan preocupada que siento que voy a enloquecer; incluso esos días hice ejercicio, tejí, tuve pacientes, leí, comí algo rico.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Uf, me perdí y mezclé dos post, pues quería escribir aparte cómo es que me hice una vida completa a cachos, por días; pero ya estamos aquí, así que retomemos y saltemos entre ambos.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Antes solía pensar que uno pasa mucho tiempo perfilándose en lo que va a ser su vida, que el "mientras" duraba muchísimo, y que no era hasta después de los cuarenta cuando uno ya comenzaba a estar donde debía. Ahora, veo mi vida y caigo en cuenta que no va a cambiar mucho, porque esto es lo que quiero y lo que construí. Y, si no cambia mucho, tampoco seré señora.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Aunque, hay que aclarar, eso no significa que no me emocione con utensilios de cocina, o que no teja, cosa, o haga guisos de abuelita. Porque, en realidad, eso lo he hecho desde hace mucho tiempo, y si antes no era suficiente para llamarme/reconocerme señora, no vale que lo haga ahora, ja.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Así que, como mis tías (que murieron pasados los 70, y vírgenes) las señoritas, viviré sin conocer eso que es ser señora, pero sin añoranza. Porque esta, mi vida, no sólo me gusta, sino que vale la pena vivirla.<br />
<br />
P.D. Vaya, quién iba a pensar que este sería un post cierra-post-previos, aquí hay <a href="https://ariadnavaldes.blogspot.com/2014/11/no-se-que-quiero-mientras.html" target="_blank">otro</a> relacionado con lo que escribí hoy, pero que ya terminó. </div>
Ariadna Valdéshttp://www.blogger.com/profile/03497905218837592567noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9056166228704630891.post-79740869646140549722019-02-14T09:14:00.000-08:002019-02-14T09:14:00.199-08:00Mi familia: amor silenciado<div style="text-align: justify;">
¿Han visto que hay familias que expresan el amor que se sienten? Que, además, lo hacen de forma explícta, con palabras, con abrazos, con gestos. ¿Qué clase de gente hace eso? Me resulta demasiado extraño.</div>
<div style="text-align: justify;">
Mi familia, por tradición y aprendizaje, silencia el cariño, la admiración, el reconocimiento. Si alguien admira algo de otro miembro de la familia, de desvive en decírselo a los demás, en contarle (a extraños) lo maravilloso que es alguien, pero jamás se lo dice a esa persona.</div>
<div style="text-align: justify;">
El sábado, platicando con mi papá, él dijo que nuestra familia escondía esas cosas, que sus padres nunca le dijeron que estaban orgullosos de él, que le admiraban, nada. Tan era así, que él estaba seguro de que su hermano menor era el favorito de sus padres, pero todos sabíamos que no era así, que el favorito era mi papá. El menor, en realidad, era el pobrecito, el inútil, el que necesitaba todo el apoyo, dinero y atención porque solito no podía. Y esos, como decía una amiga, nunca son los favoritos. Pero, mi papá no lo sabía, toda su vida estuvo convencido de que él no era meritorio de reconocimiento, admiración o un cariño especial por parte de sus padres. Porque se silencia, en mi familia el amor se silencia.</div>
<div style="text-align: justify;">
Lo mismo pasaba desde mis abuelos a nosotros. Yo sabía (siempre supe y sabré) que mi abuela y yo teníamos un vínculo especial, pero no que yo fuera la favorita, o la más querida, o algo así. Cuando ella murió, varias de mis tías se acercaron a decirme que yo era lo más querido de mi abuela, que nunca fue más feliz que cuando yo nací. ¿Por qué? ¿Qué me hacía tan especial? ¿Por qué nunca me lo dijo?</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
¿Por qué hacen falta las palabras para sostener lo evidente? Y, aún más, ¿por qué es tan difícil decirlas?</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Mi papá es un poco así. No expresa su cariño hacia nosotros... más bien, no lo expresaba. Hace un mes, más o menos, estábamos platicando por whatsapp y me mandó un "te quiero mucho". 37 años y, finalmente, lo había dicho. Nunca me había dicho que me quería, y sí, uno podría decir que es evidente, que se nota en muchos detalles; pero el punto no es ese, es que nunca lo había dicho. El año pasado hizo una fiesta por su cumpleaños, y en un discurso dijo que estaba muy orgulloso de sus cuatro hijos, que incluso, le parecíamos tan excepcionales que le gustaría que fuéramos sus amigos. Sé que suena raro, pero también bonito, porque implica reconocer quiénes somos más allá de la filiación. Claro, al mismo tiempo, implica no reconocer que somos diferentes entre los cuatro. Otra vez, silenciar lo que nos hace únicos y especiales. Sí, sí, entiendo que hubiera sido feo "diferenciar" en público, pero también, al no hacerlo, es como si nada se dijera. Porque no somos iguales, ni de personalidad, ni de actos, ni respecto de él; la relación que cada uno tiene con él es bien diferente, tenemos pasados compartidos bien diferentes, y le tratamos de formas diferentes. No, no somos iguales, y no, juntarnos a los cuatro en ese conjunto, no estuvo padre. </div>
<div style="text-align: justify;">
Por supuesto, no tomó mucho tiempo para que uno de mis hermanos dijera "a huevo, mi papá está orgulloso de mí, voy a dejar de trabajar". (¿Alguien más nota que esa respuesta es completamente tonta y fuera de lugar, que es imposible inferir eso?)</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Resulta un poco contradictorio que, por una parte, yo reconozca que es necesario apalabrar, nombrar las diferencias y, por la otra, que me incomode cuando eso pasa. Tampoco podríamos esperar que lo aceptase como si nada, después de tantos años.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Siento como si, de repente, tuviera que reacomodar los lugares y las relaciones en la familia. Como si este empezar a hablar implicara que mi lugar en la familia es diferente y, al mismo tiempo, el mismo. Ya tiene muchos años que la esposa de mi papá dice (frente a cualquiera) que a mi papá nada le hace más feliz que pasar tiempo conmigo, lo cual implica que soy especial (tal vez ¿la favorita?), pero sigue estando como "por confirmar" hasta que mi papá también lo diga. Sí, cuando lo diga, me voy a seguir incómoda, tal vez un poco culpable porque eso deja a mis hermanos ¿dónde?, aunque sepa que así es, y que es algo que se sabe.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Mi amiga decía "el que necesita nunca es el favorito", porque a ese hay que darle porque necesita, porque se sabe que no dar tiene consecuencias negativas, porque no se le puede desproteger. Pero eso también hace que el favorito, el que no necesitó, el que salió adelante solo, tenga todo el mérito por sí solo y, por lo mismo, que se lo quite a los papás. Si nunca necesitó, eso significa que los padres quedaron relegados de protagonismo, de méritos, de reconocimiento. ¿Cómo puede ser tu favorito el que menos te necesitó, el que nunca te pidió ayuda, el que no te convocó? ¿Cómo puedes querer más a quien te mantuvo a cierta distancia? ¿Cómo funciona eso?</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Tal vez, la etiqueta de "favorito" implica ambas cosas, reconocer que el otro es bien chingón, y reconocer que uno se alejó de allí; que no se necesita de uno para que el otro florezca, devenga, sea, que el otro es maravilloso porque lo es, y que tal vez el único mérito que se tiene del otro lado es haberse alejado, haberle dado espacio. Y tal vez, eso haga que ser el favorito sea doblemente chingón, porque uno lo es porque lo es, y desde allí, las relaciones con los padres pueden ser <i>otras</i>.</div>
Ariadna Valdéshttp://www.blogger.com/profile/03497905218837592567noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9056166228704630891.post-15511991844699113852019-02-07T16:31:00.002-08:002019-02-07T16:31:52.128-08:00Alguien tiene que recordar nuestra historia, alguien tiene que contarla<div style="text-align: justify;">
Hace dos días recordé las historias que mi abuela solía contar sobre su papá. Eso es algo común, constante, recuerdo esas historias, su pasado, lo que me contaron, lo que viví con ellos; pero, yo no tengo a quién contárselas, nadie que escuche.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
¿A quién contarle cómo mi abuelo fue "enviado" a la Revolución, pero que antes tuvo que casarse, para que alguien se quedara con sus cosas por si moría (¿qué tenía, qué era lo que había que dejarle a alguien más? no lo pregunté, nunca pregunté y, ahora, es imposible saberlo)? Mi bisabuelo, Joaquín, quien fue escolta de Madero, quien con sólo quince años aprendió a matar, a sobrevivir, a mandar a otros para que mataran, para que sobrevivieran. Ese hombre que, en dos ocasiones, estuvo a punto de ser fusilado PERO que fue salvado, en ambas ocasiones, porque el jefe de los otros (tampoco pregunté quiénes eran los otros, contra quiénes y en qué momento) afirmaba: A LOS VALIENTES NO SE LES MATA. Ése es el bisabuelo que yo tengo, un hombre valiente, con principios, un hombre cuya vida valía ser vivida.</div>
<div style="text-align: justify;">
No se trata de hablar de la Revolución, de decir qué bando, en qué momento, hizo lo correcto o no. No. Se trata del hombre que fue el padre de mi abuela, de la historia de aquél que nos enseñó que la vida, vivirla, es algo que se gana, con honor, con valentía, con respeto hacia los otros (incluso, hacia los enemigos).</div>
<div style="text-align: justify;">
Joaquín, ese hombre que siguió en el ejército tal vez (tampoco pregunté) hasta su muerte "prematura". Ese hombre que sabía vestir el uniforme, no de un ejército, sino de una patria que amaba, que le enseñó a sus hijos a amar, a servir a sus habitantes, a respetar.</div>
<div style="text-align: justify;">
Un hombre que, después de haber matado, durante años, regresó con su familia, con su esposa, sus tres hijos. Un hombre que vivió la muerte de dos de sus hijos, aún jóvenes. Ese abuelo del que, incluso a pesar de su aspereza, es relatado como cariñoso.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
¿A quién contarle de mi bisabuela, que perdió a uno de sus hijos, porque el miedo de haber perdido a su marido en la Revolución (cuándo, qué pasó, por qué lo creyó muerto... no lo pregunté) hizo que dejara de dar leche, y no tuvo con qué alimentarlo? ¿Qué hijo era? ¿cómo se llamaba? Ya no hay nadie vivo que lo sepa, que lo recuerde. Ella, Sara, una mujer bien cabrona, la menor de sus hermanos, que tuvo que salir a trabajar, a los diez años, porque habían perdido a su padre (¿también a su madre?) y alguien tenía que trabajar para que comieran. Esa mujer que viajó con su nieta a Asia, que cambió de religión/iglesia cuando le dijeron que no estaba permitido el uso de joyas, que un día, a sus 82 años, se fue a acostar temprano porque se sentía cansada, y no volvió a despertar.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Ahora, sólo una persona viva recuerda a Polita, hermana de mi abuela. A la médico que, según me contó mi tía que le contaron, decidió no casarse, para ser más libre, para poder trabajar... esa mujer hermosa, cariñosa con su sobrino, que murió tan joven, de improvisto. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
¿Quién contará estas historias? Mi historia. Porque yo crecí entre ellos, y es de ahí de donde vengo. Aunque hayan pasado ochenta años entre el inicio de esa historia y yo, el tiempo no hizo diferencia, no nos separó.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
¿Pasará lo mismo con las historias de mis abuelos? ¿Le contará mi hermano a su hijo sobre el abuelo, sobre cómo sabía sacar una tuna y comérsela sin quitarla del nopal? ¿cómo hubo épocas en que sólo comían plátano porque no podían comer más? ¿cómo estudió en San Ildefonso? ¿Seré yo quien le cuente a él, a mi sobrino, sobre mis abuelos, sobre mi padre, sobre la casa en la que todos crecimos? ¿Le contaré lo que hacían sólo conmigo, o para mí, o las cosas generales? ¿cómo mi abuela, todos los días, leía la Biblia por la mañana, a medio día Sherlock Holmes, y por la noche veía películas de acción? Cómo, cuando éramos niños, corría con nosotros, me mandaba a la calzada por hierbas de olor para guisar, que disfrutaba los zapotes que daba el árbol, o cómo siempre había espacio en sus brazos para un cariño, espacio en su sillón para sentarse con ella, tiempo para enseñarnos algo, piojito e historias para antes de dormir. </div>
<div style="text-align: justify;">
Hace un par de días, la mamá de mi hermano me contó que él no entendía de dónde le venía el gusto por que le hicieran piojito, y ella contestó que eso era cosa mía, que yo le hacía piojito cuando era chiquito, para que durmiera. ¿Sabrá mi hermano que ese piojito "nuestro" es también el mío con mi abuela? ¿Sabrá él que así yo aprendí que sentía el amor, porque ella me enseñó? ¿y ella? ¿dónde aprendió, alguien le hizo piojito cuando era niña, o lo descubrió cuando tuvo a sus hijos? </div>
<div style="text-align: justify;">
Ahí estamos, tres generaciones, tal vez cuatro, en un solo gesto de amor. ¿Le hará él piojito a sus hijos, si los tiene? ¿Pasaremos todos nosotros por ahí, en algo tan pequeño y, al mismo tiempo, tan enorme y con tantas historias juntas?</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Por eso, alguien tiene que contar nuestra historia, alguien tiene que escucharla. Sin importar cuántos años han pasado desde que murieron siguen aquí, todos los días y, por eso, alguien tiene que contar la historia, recordarlos, reconocerlos allí, donde siguen vivos, donde aún hablan.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
Ariadna Valdéshttp://www.blogger.com/profile/03497905218837592567noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-9056166228704630891.post-55521969025549660312019-01-24T14:21:00.001-08:002019-04-16T16:03:27.711-07:00Con la edad...<div style="text-align: justify;">
Hasta que cumplí 37 años (es decir, hace unos días) pensaba que, con la edad, me convertiría en "señora", en una mujer adulta, en algo que (aún) no era. Como si la edad, el tiempo y lo transcurrido en él, fueran a hacer de mi otra persona, a cambiar ciertos rasgos, conductas o gustos, como si esa que yo era/soy fuera pasajera, el "mientras" me hago adulta.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
No sé bien si es una idea que saqué de mi familia, de ver a las mujeres (ya adultas) en mi familia, en cómo se comportaban a cierta edad, y que eso me hizo pensar que yo, igual que ellas, sería así a esa edad; tal vez, es una cuestión cultural o de educación, que uno deja de ser adolescente y se convierte en un adulto responsable porque así debe ser, porque es lo esperado, porque hay que madurar, por lo que sea.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
No lo sé. Lo que sí sé es que, más bien, yo no me he convertido en esas mujeres, ni en esa idea que tenía de una mujer adulta, vaya, ni siquiera soy señora (y ya casi voy a cumplir cuarenta).</div>
<div style="text-align: justify;">
Tengo casi cuarenta y no me he casado, lo cual no está mal porque me gusta mucho la soledad, vivir sola, y porque sólo he conocido a un hombre con quien creí que podría vivir feliz y sin pelear (es decir, un buen candidato para casarme... salvo por el hecho de que él decidió que no quería estar conmigo porque le incomodaba nuestra intimidad y porque "no teníamos futuro"... vaya diferencias de percepción, gracias, Lacan). </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Además, nunca he querido tener hijos, ya me hicieron la salpingoclacia y, consecuentemente, no tendré una familia; lo cual, al mismo tiempo, hace que encontrar, buscar o estar con un hombre no implique prisa alguna.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Ninguna de las ideas de mujer adulta que tenía implicaba esto: estar sola. Recuerdo que mi mamá a mi edad tenía ya 10 años divorciada, pero era eso: una mujer divorciada y con dos hijos. Yo no soy ninguna de las dos.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
También pensaba que, a los treinta, ya me habría quitado el arete del ombligo y los "extras" de las orejas, porque las mujeres adultas no los usan. Pero no sólo no pasó, sigo usándolos todos (no he encontrado una razón para quitármelos, así que siguen aquí, ya con 20 años en mi cuerpo) y, después de los 30, comencé a tatuarme (bueno, fueron dos sesiones para seis tatuajes y una tercera para quitar dos anteriores y poner uno nuevo). Sin duda, las mujeres adultas de mi cabeza no se tatúan a esta edad.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Sigo usando las uñas pintadas de negro, azul, morado, blusas de tirantes, escotes, blusas sin espalda, mini-mini faldas, botas, pantalones a la cadera... esas cosas que estaban de moda cuando fui adolescente. Modas que, también, pensé que de adulta dejaría de usar, que comenzaría a vestir como mujer adulta exitosa-ejecutiva- formal. Pero no pasó. Mi trabajo (clínica psicoanalítica) me permite vestir como se me da la gana, mi cuerpo (para mis estándares, no pretendo generalizar ni esperar que todas se vistan como yo o sigan mis tontos estándares) me permite ahora, más que antes, usar mini faldas, enseñar las piernas, la espalda, los brazos. No sólo no dejé de usar esa ropa, sino que ahora la uso mucho más feliz y segura que en mis veintes (que pasé, en su mayoría, con sobrepeso... a diferencia de mi adolescencia, en la que estaba súper flaca y curveada).</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Tal vez, con la edad, me he vuelto un poco menos agresiva, un poco más sabia, con más ganas de perdonarme y perdonar a los demás, de entender (a ellos y a mi); pero sigo teniendo el mismo sentido del humor, sigo diciendo groserías, haciendo chistes vulgares, hablando como si no me importara quién me escucha (no me importa, nunca me ha importado), no siendo capaz de controlar el volumen de mi voz, diciendo cosas fuera de lugar.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Ahora, a la mitad de mi vida, caí en cuenta que, ser adulta tal vez no se trata de dejar de ser yo, sino lo contrario: ser más yo, ser yo sin importar el otro, sin considerar expectativas, demandas y necesidades impuestas. </div>
<div style="text-align: justify;">
Tal vez, ser adulta es poder estar en paz con esto, y no soltarlo. No dejar las botas ni aunque "sean para chavos", no dejar de reír a carcajadas, no dejar de disfrutar el tiempo y espacio sola, no dejar de vestir como me gusta, de decir lo que quiero, de sentirme.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Tal vez, ya tiene mucho que soy una mujer adulta, que soy, Ariadna, sólo que no me había dado cuenta de que esto es lo que habrá.</div>
Ariadna Valdéshttp://www.blogger.com/profile/03497905218837592567noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9056166228704630891.post-91833519522491172392018-10-31T11:45:00.000-07:002019-04-16T16:07:22.761-07:00Push-ups, o masculinidades enclenques<div style="text-align: justify;">
Por diversas cuestiones, hace 5 años comencé a hacer ejercicio; como nunca me gustó el esfuerzo físico, tomó algo de tiempo que encontrara qué me gustaba (o, por lo menos, no padecía demasiado) hacer. Comencé con pesas y natación, me encanta el agua, la sensación de estar <i>dentro</i> del agua, el olor a alberca me hace sonreír, así que fue un buen comienzo. Hasta que me metí al agua. Tenía 20 años de no hacer natación, no sólo no tenía condición física, con pulmones de fumador y dificultades para entender las indicaciones (ya había tomado clases, sabía la técnica de todos los tipos de nado, pero no fue como con la bicicleta, esto sí lo olvidas) fue toda una odisea. Pero me gustó, salía agotada y feliz, emocionada.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Poco a poco, mi cuerpo se fue convirtiendo en otro: fuerte, marcado, resistente al esfuerzo. Poco a poco, dejé de ser sólo un ratón de biblioteca chupa-libros, y me convertí en otra mujer, aunque no supiera aún en cuál o de qué tipo.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Hace cuatro años comencé con las clases de TRX, mi fascinación absoluta. Es mucho ejercicio, en todos ejercitas la espalda media (muy importante para alguien que, como yo, tiene problemas de espalda), y los resultados son bastante rápidos de percibir. Tres horas a la semana y, en unos meses, tenía los brazos y la espalda marcadas. Además, tenía más fuerza, más resistencia, comenzaba a gustarme <i>poder</i> hacer ejercicio y la mujer en la que me estaba convirtiendo.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Un año después, decidí combinar TRX con entrenamiento funcional (el primero por las noches, el segundo por las mañanas), y me sentí aún más feliz. Podía hacer tantas cosas, cargar pesos que jamás pensé que podría. Maravilloso.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Pero, esto no se trata tanto de mi amor al ejercicio como de las masculinidades, así que retomemos el camino.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
En ambos entrenamientos haces ejercicios para las piernas, para el abdomen, y para la parte superior (brazos, espalda, pecho). Como era de esperarse, los hombres hacían con mayor enjundia los ejercicios de la parte superior, eso es "lo suyo". No sé por qué o cómo (más bien, si es cierto) pero me entró en la cabeza que una forma de evitar que mis pechos lleguen al ombligo es tener fuerte el músculo que les sostiene (porque sí, los pechos son pura grasa, tejidos y glándulas, nada de músculo), además, una espalda fuerte aminora el dolor de espalda y mejora la postura. Así que ahí estaba yo, dándole duro a los ejercicios de espalda y pecho, de hombro, de brazos; con mi amigo/compañero de TRX retándonos y picándonos para hacer los ejercicios, fui metiéndole más fuerza, más intensidad (no recomiendo, nadita, escoger como compañero de ejercicio un ex-jugador de americano, le meten a lo superior con gusto y, si además les gusta el reto, es una dinámica dolorosa), haciendo los ejercicios al nivel de él, más repeticiones, más enjundia.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
(Por supuesto, él tenía 20 años de delantera respecto de mi, había ejercitado esa parte de su cuerpo desde niño y, por más que yo quisiera superarle, era imposible.)</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Un día, a media clase de TRX, el entrenador dijo que haríamos power-push-ups y una chica, muy asustada, gritó "esos son ejercicios para hombres". CASI ME MUERO Y ME LA LLEVO DE CORBATA. "Esos son ejercicios para hombre", ¿qué es eso? hasta donde sé, los únicos ejercicios "para hombres" son de pene, porque el resto de los ejercicios, en tanto implican músculos que TODOS tenemos, no son exclusivos de un sexo. Después de quejarme con mi amigo, caí en cuenta que esa es la creencia generalizada: las lagartijas SON para hombres, las mujeres no hacemos esos ejercicios. Habrá quien diga que es porque no tenemos fuerza para hacerlas, habrá quien diga que si haces muchas te bajan los pechos.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Después, me fijé que esto era tan cierto, que muchos hombres se juegan toda su masculinidad en unas lagartijas. Es muy divertido verles cómo se frustran y enojan cuando una mujer hace más que ellos, cuando una mujer no se cansa y ellos sí. Hacer lagartijas se convirtió en una demostración de quién es y debe ser el hombre (para ellos) y, en esa demostración se les va la vida. No quieren aflojar, no quieren parar, no quieren utilizar menos peso, quieren seguir sosteniendo esa bella masculinidad, aunque esté un poco magullada.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Pobres machitos, pobres hombres, pobres masculinidades, expulsados de su espacio (el gimnasio), sus ejercicios (las lagartijas), su lugar en el mundo. Pobres.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Tal vez, en unos años, puedan ser tan fuertes como una mujer. Ya casi.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
Ariadna Valdéshttp://www.blogger.com/profile/03497905218837592567noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9056166228704630891.post-59724498635851105302018-10-30T11:12:00.001-07:002018-10-30T11:12:22.069-07:00Morralla: la cosificación de la vergüenza<div style="text-align: justify;">
No sé si pasa en todas partes del mundo, pero en mi bello país (México), la morralla (es decir, las monedas, "el cambio") y los billetes de baja denominación (como el billete de $20) son motivo de vergüenza; <i>pagar con cambio</i> resulta, casi siempre, algo que da pena y que se hace <i>sin que el otro se dé cuenta</i>.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Podríamos decir que, en términos de dinero, también existen jerarquías, y no sólo en el sentido de que más dinero te hace más, sino que la denominación del billete con el que pagas <i>dice</i> algo de ti. A veces, uno paga con un billete de $500 y, por eso mismo, el trato recibido es diferente, como si el simple hecho de tener uno de ellos significara que tienes muchos más (si no, ¿cómo es que tienes por lo menos uno? no es lógico, es obvio, ja); algunas de esas ocasiones, uno paga con un billete de $500 porque es el que te dio el cajero y, para ser honestos, es todo el dinero que tienes para la semana.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Tal vez sea cierto que la morralla se gasta más fácil, que es mucho más difícil llevar un control de cuánto se ha gastado si lo que tenemos es cambio, porque saberlo implicaría contar monedas (varias) y más billetes (que si fuera de alta denominación) cada-vez-que-compras-algo. Mucho trabajo, mucho esfuerzo. Como consecuencia, solemos guardar los billetes (de $100 para arriba) y ser más prudentes a la hora de gastarlos, porque "romperlos" significa que gastaremos tooooodo ese dinero más rápido y sin control.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Para mi, el dinero es dinero y lo que importa no es en qué <i>forma</i> (moneda, billete) lo tienes, sino que lo tienes (o, como bien sabemos, que NO lo tienes), que puedes pagar algo con eso. Recuerdo que, cuando saqué mi coche (hace ya 15 años) pagué el enganche con el dinero que había ahorrado de propinas (trabajaba de mesera) y otros ingresos y ahorros; como una parte eran propinas, podrán imaginar cómo llegué a pagar $30,000 con un señor fajo de billetes bien grandote, porque eran billetes de todas las denominaciones, y la pobre cajera me miró como si estuviera loca, me lo dijo y reprochó que llegara "con tanto dinero" (no entiendo de qué otra forma pensaba que iba a pagar $30,000 ¿con billetes de 5,000 del Turista?¿con cheque de caja? tenía 21 años...).</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Irónicamente, un billete de $500 es tanto una bendición como una maldición. Hay pocas situaciones más frustrantes que tener sólo un billete de $500 y necesitar pagar algo. En la tienda, no te cambian el billete, ni tampoco "tienen cambio" si quieres comprar algo de menos de $100; en el transporte, no puedes pagar con él; en la papelería; la vida de a pie y de a diario no es compatible con los billetes de altas denominaciones, porque nadie quiere/puede cambiártelos, o porque creemos que son falsos (¿por qué no harán billetes de $100, $20 y $50 falsos? sí, sí, sí, es más difícil con los "nuevos billetes", pero de todas formas me lo pregunto, porque creo que esos pasan más fácilmente de mano en mano, y pocas personas se cuestionan siquiera que puedan ser falsos, en cambio, los de $500 pasan por un examen y estudio bastante más riguroso, aunque no por ello infalible).</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Tal vez, al final del día, el dinero contante y sonante tiene un lugar tan indispensable y complejo en nuestras vidas bajo el capitalismo, que no puede estar exento de prejuicios, juicios y tratos diferenciados. Porque, y eso lo sabemos todos (aunque <i>no lo sepamos</i>), los ricos o cargan muchos billetotes (pero muchos muchos, cual fajo de gasolinero) o sólo tarjeta, porque tienen tanto, que ni siquiera se molestan en esas nimiedades. Y nosotros, los proletarios, tenemos que hacérnoslas con los billetitos, con las monedas, con la morralla y la vergüenza que implica no ser parte de <i>los otros.</i></div>
Ariadna Valdéshttp://www.blogger.com/profile/03497905218837592567noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9056166228704630891.post-21779458914719251982018-10-19T15:52:00.001-07:002018-10-19T15:52:48.358-07:00Son machos, y son muchos<div style="text-align: justify;">
Recuerdo mucho una frase/broma de mi papá, que solía decir para referirse a un grupo de hombres (del que él, en ese momento y/o contexto formaba parte) que no cumplía con los estándares de masculinidad <span style="font-size: large;">"no seremos machos, pero somos muchos"</span>. Me daba mucha risa, una frase que, ante la evidencia de una <i>falta</i> apelara a la cantidad, además, mi papá le aplicaba una inflexión que la hacía muy cotorra.</div>
<div style="text-align: justify;">
Pero dejemos atrás el machismo de mi padre, que lo tiene, un poco por quién lo educó, otro poco por su época, otro poco porque el patriarcado es un sistema, no una situación aislada y, por lo mismo, nos chinga a todos en el camino. Sólo diré que, ahora, a sus 65 años, se cuestiona mucho esas actitudes y procura cambiarlas, pararlas, relacionarse con las mujeres desde otro lugar; y eso, también tiene su mérito.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Así las cosas, volvemos a los machos. Hoy me cayó el veinte (y me cayó como cuando te pegas en el codo y el nervio y sientes que vas a morir de dolor) de que casi todos los hombres que me rodean SON MACHOS y, como es evidente, SON MUCHOS. No es que no lo supiera, no es que no lo hubiese criticado, es más bien que de alguna forma lo dejaba pasar porque "no me pegaba a mi" (porque el machismo no te pasa, te pega, son golpes sólidos y con todo, incluso los más nimios) directamente, y porque como amiga de ellos podría estar ahí dando zapes para que ellos fueran la amiga que se da cuenta. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Pero no, no era así, el machismo de mis amigos me da de lleno y en la cara, constantemente y lo dejo pasar, principalmente, porque no sé cómo poner límites sin que impliquen emascular o castrar al otro (ya sé, si es un macho y me trata mal, no debería importarme quedar como la loca culera súper violenta, pero qué les digo, me sigue pesando terminar por <i>ser</i> esa mujer).</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Para muestra, dos botones:</div>
<div style="text-align: justify;">
1. Tengo un amigo que un día dijo "yo, la verdad, sí agradezco que las mujeres se vayan sexys al gimnasio, porque me gusta verles mientras estoy en la caminadora". (sí, sí, sí, FOCOS ROJOS, a esos hombres se les da un madrazo y se les manda a chingar a mi madre). Obvio, en ese momento le dije que su comentario era súper macho y ofensivo, que eso está del asco y que no debía hacerlo... pero no me estaba pasando a mi... hasta que, la última vez que nos vimos para comer, me dijo "yo esperaba que vinieras en vestido, quería verte las piernas". ¿¡QUÉ PEDO!? ¿POR QUÉ CREE QUE PUEDE 1. VERME LAS PIERNAS, 2. EXPRESAR QUE ESO QUIERE? Asco, asco, asco. </div>
<div style="text-align: justify;">
Claro, no le dije nada cercano a que se fuera a rechingar a mi madre ni le arranqué los tanates. OTRA VEZ, me quedé pasmada, no podía creer que pudiera decir esas cosas y CONSIDERAR QUE ESTABA BIEN, QUE NO ERA INVASIVO, QUE TENÍA DERECHO DE HACERLO.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
2. Me escribió un amigo, hace rato, porque quería verme hoy, le dije que no podía, así, sólo "no puedo". No di explicaciones ni razones ni nada. Simplemente eso, porque ahora que tengo un <a href="https://ariadnavaldes.blogspot.com/2018/09/mujeres-leyendo-marx.html" target="_blank">grupo de amigas, las más hermosas mujeres feministas y cariñosas</a>, he entendido que no, que buenos modales no puede ser sinónimo de permisión de violencia machista. Como era de esperarse, el caballero contestó: "¿No puedes cambiar tus planes? yo quiero verte ¿o qué, vas a ver a un galán? tú di rana y yo salto". Me tomó un par de minutos dejar que me permeara lo que estaba pasando, pero ya que lo sentí, no hubo vuelta de hoja. El pendejo fue ofensivo, pretensioso y machista. PUNTO. Ofensivo porque cree que cambiaría mis planes (sin importar cuáles sean) porque <b>él quiere verme</b>, porque mi respuesta "no puedo", no fue razón suficiente para entender que no iba a pasar, porque <b>él quería verme</b>, que es lo importante; pretensioso, porque se cree prioritario y más importante que cualquier otra cosa que tuviera que hacer, cualquier otra persona con quien yo ya hubiera hecho un plan... todo eso vale nada cuando <b>él quiere verme</b> y, por lo mismo, puedo cancelarles sin pedos, vamos, <b>él quiere verme</b>; machista, porque el único motivo que podría ser razón suficiente para no verle es OTRO HOMBRE, ¡háganme en pinche favor! sólo si hay otro hombre en el asunto está bien que no le vea, porque mis planes, mi vida, mis decisiones NO SON RAZÓN SUFICIENTE PARA NO DEJARLO TODO POR ÉL [nota al pie, es un pendejo a quien he visto sólo tres veces en seis años, quien nada sabe de mi día a día, ni de las cosas importantes, ni nada... nos conocemos desde hace veinte años, pero no hemos sido amigos en casi diez años...<b> pero él quiere verme hoy</b>].</div>
<div style="text-align: justify;">
Respondí, simplemente: 😂😂.</div>
<div style="text-align: justify;">
Obviamente, no entendió y preguntó por qué eso. Contesté que porque sus mensajes habían sido ofensivos, pretensiosos y machistas.</div>
<div style="text-align: justify;">
¿Y cuál fue su respuesta? "Quitando eso, el mensaje es que <b>quiero verte</b>". ¡Quitando eso! ¡QUITANDO ESO! OTRA VEZ, ofensivo y machista, "quitando lo que yo digo, quitando lo que yo siento, quitado lo que yo opino, lo que importa y queda es que <b>ÉL QUIERE VERME</b>. NO MAMAAAAAAAR, es demasiado. D E M A S I A D O. Haciendo acopio de un poco de decencia, contesté que sin importar su mensaje, lo que había pasado era un mensaje ofensivo, pretensioso y machista que tenía como resultado que su mensaje original dejara de importar, y que yo no quisiera verle más nunca.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Y así, después de esto, decidí que ni uno más, ni un comentario, ni una opinión, ni sobre mi ni sobre ninguna otra mujer, jamás. NO MÁS.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
Ariadna Valdéshttp://www.blogger.com/profile/03497905218837592567noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9056166228704630891.post-22474732865432395692018-09-25T10:23:00.000-07:002018-09-25T10:23:19.878-07:00Hija de mi padre<div style="text-align: justify;">
Mi papá y yo no tuvimos una relación cercana durante 34 años (tengo 36); no teníamos una mala relación, pero tampoco una buena relación. No salíamos a comer, a tomar algo, a hacer algo, sólo nos veíamos tres o cuatro veces al año si, y sólo si, yo iba a visitarle a su casa. Durante más de 20 años, existió la prohibición (implícita, pero bien clara para todos) que mi papá no podía salir con sus hijos de la primera camada (mi hermano mayor y yo) solos, sólo podíamos ver a mi papá si iba su esposa. Por qué, no lo sé, como era implícito, nunca lo hablamos ni tratamos de corregirlo, hasta que un día (tendrá 3-4 años) mi hermano le dijo a mi papá que era el colmo que no pudiera ver a sus hijos si no era en su casa, con su esposa ahí (ahora que lo pienso, mi papá y hermano sí se veían solos, comían a veces en la universidad, y pasaban poco tiempo juntos... lo cual me hace pensar que la prohibición se refería específicamente a mi).</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Después de que enfermó, hice un esfuerzo en irle a visitar, pasar un rato de domingo con él, platicar sobre libros, ver algunos inicios de películas (le gusta poner los inicios de las películas, para ver cómo están, no tanto ver la película completa), desayunar o comer.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
De repente, comencé a escuchar de su boca, de su esposa y en la sobremesa, que yo era la consentida de mi papá, que no había nada en su vida que le hiciera más feliz que pasar tiempo conmigo. Podrán imaginar el desconcierto que sentí, porque ni pasábamos mucho tiempo juntos, ni solía invitarme a verle. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
En Semana Santa de este año, me invitó a que fuéramos a una feria del libro en la Alameda, ¡obviamente dije que sí! libros, libros, libros. Pasó por mi al trabajo, fuimos al centro, nos estacionamos a unas cuadras de donde íbamos y, como él quería comer comida china, caminamos sobre Av. Juárez hacia el zócalo. Íbamos a cruzar Eje Central (una avenida de 6 carriles) y el semáforo marcaba sólo 15 segundos más, así que apretamos el paso, cuando el semáforo iba por el 7, ambos comenzamos a gritar: 6, 5, 4, 3, 2, 1 ¡maaaaaaambo! ¡hum! y nos pusimos a bailar (aún sobre la avenida). Al llegar a la banqueta, entre risas, sólo pude decirle "ahora entiendo por qué mi hermano mayor ni quiso venir con nosotros".</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Justo en ese momento me di cuenta de que esa frase de Lacan "no hay que matar al padre, sino servirse de él", tenía varios matices; yo no había matado a mi padre (simbólicamente, nadie propone el parricidio li-te-ral), ni había renegado ser su hija; de alguna forma y con el paso del tiempo, había podido disfrutar esas cosas mías que también son de él, que tiene él, comenzar a crear lazos entre nosotros, historias y recuerdos que no estuviesen atravesados por la obligación de la paternidad. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Sólo nos tomó 36 años <i>tener</i> una relación, pero ha valido la pena. Ahora nos mandamos mensajes para contarnos tonterías de libros, de series, de noticias, para platicar un poco. Compartimos cuenta de kindle y leemos los mismos libros al mismo tiempo para poder platicarlos, nos vamos presionando uno a otro (ambos leemos mucho), hacemos "como que" nos contamos qué pasa, para que el otro apriete el paso y termine el libro. Salimos a desayunar, a tomar café, platicamos.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Sólo tomó 36 años, pero sucedió antes de que él muriera, tomó mucho tiempo, pero no demasiado.</div>
<div style="text-align: justify;">
Ahora, tengo una relación con mi padre que es <i>nuestra</i>, que hemos construido desde donde y como somos, sin expectativas, sin reclamos, sin necesidades; no es una relación ortodoxa, pero es nuestra. Al final, no sólo no hubo necesidad de matar al padre, pude servirme de él y construir con él.</div>
Ariadna Valdéshttp://www.blogger.com/profile/03497905218837592567noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9056166228704630891.post-17755666014764146492018-09-24T10:07:00.002-07:002019-02-07T16:42:01.656-08:00El chico con el que no sabía si estaba saliendo...<div style="text-align: justify;">
En enero conocí a un chico (vía internet) y, después de un par de días de platicar, me dijo que si íbamos a cenar; yo, que soy una mujer debidamente sabia en cuestiones de "salir", le dije que mejor fuéramos por un café (qué tal que me cae mal o me aburre a media comida, y no sucederá que yo deje de comer para irme, así que es demasiado riesgo). El chico propuso un café, la hora, y quedó sentada la cita.</div>
<div style="text-align: justify;">
En el día, hora y lugar, me encontraba yo, cuando vi a un muchacho (que era "mi cita") mirar en el celular y luego a las personas a su alrededor, supongo que tratando de encontrarme. Se acercó, nos saludamos, pedimos de tomar y comenzamos a platicar. ¡Quién iba a pensar que nos caeríamos tan bien! Hablamos de un montón de cosas, nos reímos, compartimos, súper divertido. Tres horas más tarde, nos llevaron la cuenta porque ya iban a cerrar el lugar. Como debe ser, yo saqué la cartera y como él no dijo ni hizo ademán de pagar toda la cuenta, puse lo correspondiente a mi consumo. [Primera situación extraña]</div>
<div style="text-align: justify;">
Caminamos hasta la esquina, dijo que tenía hambre y me preguntó si quería ir a cenar algo. Me cayó tan bien que dije que sí y propuse un lugar de pizzas a unas cuadras de donde estábamos. Cenamos, platicamos más, nos reímos, todo iba maravillosamente bien. Pedimos la cuenta y ambos sacamos la tarjeta, cuando llegó la mesera él dijo que la cuenta a la mitad, y cada quien pagó "lo suyo". [Repetición de la situación extraña]</div>
<div style="text-align: justify;">
Nos levantamos y, otra vez en la esquina, me preguntó cómo me iría a casa; contesté que si todavía alcanzaba, me iría en Metrobús y que si ya no había servicio, caminaría; él dijo que también tomaría el Metrobús (para el sentido opuesto), así que podíamos caminar juntos hasta allá. Al llegar, dijo que me acompañaba a que yo tomara "mi" Metrobús y, antes de despedirse, me dijo que como se preocupaba un poco, que por favor le mandara mensaje al llegar a casa; me pasó su número y nos despedimos. [Tercera situación extraña]</div>
<div style="text-align: justify;">
Llegué a casa, le mandé mensaje y respondió agradeciendo la noche tan divertida que pasó/pasamos.</div>
<div style="text-align: justify;">
Los siguientes días platicamos por whatsapp, de cosas interesantes y cotidianas, todo bien y divertido. Me dijo que iría el miércoles a ver una película (no recuerdo cuál) por mi casa, en caso de que me interesara ir; mi respuesta fue que ya era muy tarde para mi, y que los miércoles eran días muy pesados de trabajo, por lo que no podía ir. </div>
<div style="text-align: justify;">
El sábado siguiente, me mandó un mensaje preguntando qué estaba haciendo, le dije que estaba en un seminario de psicoanálisis, y él preguntó si quería ir a cenar o a tomar un café, contesté que no tenía dinero, él dijo que lo importante no era el café sino la convivencia, pero yo seguía sin tener dinero, le ofrecí estambre (porque era algo que sí tenía), pero él dijo que no sabía hacer nada con estambre. Fue una conversación extraña, y terminó en que no nos veríamos. [Cuarta situación extraña].</div>
<div style="text-align: justify;">
Después de ese día, no volvió a invitarme a salir ni a vernos, seguimos platicando, pero más bien comenzamos a <i>hacernos amigos</i>, nos contamos cosas que no le cuentas a alguien con quien estás saliendo, y la relación se hizo más íntima (y, al mismo tiempo, más lejana, pues seguíamos sin vernos).</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Cuando le contaba esto a mis amigas y amigos, mi conclusión era que no sabía si estaba saliendo con el muchacho, porque no había hecho ninguna de las cosas que se supone que hacen los hombres cuando están saliendo con una mujer (la afirmación anterior se basa en un amplio estudio de los tres documentales más importantes de "dating": <i>Sintonía de amor, Hitch, No le gustas tanto</i>): no ofreció pagar la cuenta en ninguna ocasión; aun más, cuando le dije que no tenía dinero, y él insistió que quería verme, no dijo "yo invito esta vez y tú la siguiente" (así, como para no sentar precedente y que se pudiera malinterpretar que él pagaría) ni nada parecido; el primer día, dijo que le preocupaba que yo me regresara ya tarde a casa sola, pero tampoco se ofreció a acompañarme, vaya, ni siquiera se ofreció a acompañarme a mi estación del Metrobús (esta opción es considerando que tal vez, si caminaba conmigo la cuadra y media que hay entre dicha estación y mi casa, y luego de regreso, ya no podría tomar el Metrobús, porque cerrarían antes)... N A D A. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Esto nos lleva a una pregunta que para mi, en esta época y con mis posturas éticas, filosóficas y políticas, no puedo contestar ¿si no es con las acciones "antiguas", cómo sabe una que está saliendo con alguien, cómo saber que le gustas, o que <i>eso</i> fue una cita?</div>
<div style="text-align: justify;">
No tenía respuesta.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Un mes después, yo le invité a que nos acompañara al teatro (a una amiga y a mi), pero dijo que ese día tenía un compromiso en Xochimilco y que sería imposible que regresara a tiempo para ir al teatro. Pocos días después, me invitó a salir el sábado (y luego me dejó colgada porque él quería ir a caminar a Chapultepec y yo no, así que se fue solo...).</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Resultó que sí le gusté, que esas sí habían sido citas, y que dejó de invitarme a salir porque en dos ocasiones consecutivas le dije que no podía. Cuando ya estábamos saliendo (fue hablado con palabras y con el cuerpo, sin dejar duda alguna) me dijo que él sintió que me resultó poco interesante y que por eso no había querido salir con él, que de hecho no entendía qué había cambiado de mi lado para que después decidiera que sí quería salir con él. Sin dar muchos detalles de qué había pasado, le dije que él no se había comportado "como debía" la primera vez que salimos ni las siguientes dos invitaciones, y que eso me había hecho pensar que él tampoco estaba interesado en salir conmigo.</div>
<div style="text-align: justify;">
Puros malentendidos.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Pasados unos meses, decidió que le incomodaba la intimidad que tenía conmigo y que prefería no tener relación alguna (salir, convivir, compartir, como quieran decirle que no sea "tener una relación que pretende ser algo más después") a tenerla, desarrollar sentimientos por mi, y luego dejar de tenerla. (Uf, imagínense nada más, qué horrible la posibilidad de que se pudiera enamorar de mi, mejor así, correr antes porque, quedarse, SEGURO era una equivocación)</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Así que, salí con un chico con el que no sabía que estaba saliendo, luego supe que sí estaba saliendo con él, finalmente, dejé de salir con el mentado muchacho. Además de un corazón roto y muchas ganas de decirle cosas, me quedé, OTRA VEZ, con la duda de cómo demonios saber cuándo una cita <i>es</i> una cita.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
[Mi cuñada la "pero ni de cerca feminista" dijo que el problema era el feminismo, porque antes los hombres simplemente pagaban, iban por ti, te regresaban a tu casa, y que ahora ya no se podía saber qué esperar. Yo, la verdad, prefiero esta vida con feminismo en la que yo pago mis cosas, voy y vengo sola (sin miedo y sin problema alguno), a una vida en la que él paga pero, al mismo tiempo, tiene derecho de cobrarse, de abusar, de someterme. Habrá que ver si mi cuñada no es medio tonta...]</div>
Ariadna Valdéshttp://www.blogger.com/profile/03497905218837592567noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9056166228704630891.post-80534936238040407612018-09-20T17:18:00.000-07:002018-09-24T11:55:42.479-07:00Mujeres leyendo a Marx<div style="text-align: justify;">
En mayo, por pura casualidad, descubrí que un grupo de mujeres se reunirían para estudiar a Marx, específicamente <i>El capital.</i> Me emocionó muchísimo, llevaba varios años con antojo de leerlo, pero no era una lectura que quisiera hacer sola. La verdad, no me emocionaba el hecho de que era un grupo de mujeres (sólo mujeres), me parecía algo padre pero no era, ni remotamente, la razón por la cual me interesó el grupo.</div>
<div style="text-align: justify;">
Emocionada y ñoña, envié un mensaje expresando mi interés, compré el primer volumen del primer tomo del primer libro de <i>El capital</i>, y me dispuse a leerlo, a estudiarlo con otras y a aprender mucho.</div>
<div style="text-align: justify;">
Las primeras dos sesiones no pude acudir, pero llegué la tercera con mis lecturas al día. </div>
<div style="text-align: justify;">
Como es común en mi, llegué antes de la hora al café donde era la reunión, pedí un café y miré de soslayo a una chica que tenía el libro sobre la mesa; me daba un poco de pena acercarme, no estaba segura de qué iba a suceder (Nota: no me da miedo hacer cosas sola, estoy bastante acostumbrada... me daba un poco de pena/incertidumbre haber llegado tarde al "conocerse", desconocer cuáles eran las costumbres ya adoptabas por el grupo) y justo llegó otra chica, se sentó en la misma mesa y comenzaron a platicar. Así que yo, agarrando todo el valor y echando fuera la pena, me acerqué a ellas y les dije que venía a leer con ellas, nos presentamos y se portaron súper lindas, algunas preguntas sobre quiénes éramos, y comenzaron a llegar las demás. En poco tiempo, la mesa estaba rodeada de mujeres y libros de Marx.</div>
<div style="text-align: justify;">
Fue un buen estudio, interesante, una gran experiencia, pero no mucho más que eso; aunque sí lo suficiente como para ya haber decidido que regresaría cada sábado.</div>
<div style="text-align: justify;">
Al despedirnos, resultó que dos de ellas irían caminando "hacia mi casa", así que me decidí a caminar con ellas. Platicamos en el camino, sobre hombres, amor, corazones rotos, decisiones y soledad. ¿Se han dado cuenta de que esos temas son reincidentes en las conversaciones? ¿Cómo, cómo no hablar de amor, de compañía, del otro? Me gustó la plática, me cayeron bien.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Semana a semana, comencé a conocerles, dejé que me conocieran, nos reímos, compartimos comida (una de ellas siempre lleva galletas o algo de comer para compartir) y tiempo. Poco a poco, lo que se empezó a compartir fue mucho más que eso: nosotras completas, amor, contención, apapachos, compañía, historias, lágrimas. De repente, me encontré en, formando parte de, un grupo de mujeres hermosas e increíbles; y no lo digo por compromiso, ni siquiera porque creo que son perfectas. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Al contrario. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Nuestra belleza radica en que somos imperfectas, en que nos queremos de formas imperfectas, en que no negamos los errores, las fallas, las pendejadas, y que esto nos permite no fingir, estar seguras para compartir también lo hermoso, lo acertado, lo suave, lo cómico. Somos un grupo que puede respirar, aunque sea un par de horas a la semana, porque <b><i>somos</i></b> comunidad, porque hemos creado un vínculo y construido lazos, porque no es necesario mentir para estar seguras, porque las otras están ahí y dan espacio para que cada una sea quien es, haga lo que hace, diga lo que diga, porque la expectativa es que cada una sea quien es o quien quiere ser o quien necesita ser, nadie más. Sin exigencias.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Al mismo tiempo, es un espacio donde ponemos límites, donde se puede decir "no quiero hablar de eso", "huevos", "cállate". No es un lugar en el que tenemos que dejarnos porque las otras nos quieren mucho. NO.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Y eso es lo mágico, lo maravilloso, lo perfecto, lo que me hace sentir bien afortunada por haberles conocido, me hace sentir querida y apapachada, contenida y acompañada, ñoña e intensa. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Y yo pensaba que el aprendizaje sería sobre el capitalismo y Marx. Y no. Pero sí. Porque justo aquí, en este mundo capitalista, es que una comunidad como esta, resulta indispensable para vivir.</div>
Ariadna Valdéshttp://www.blogger.com/profile/03497905218837592567noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9056166228704630891.post-36183346568952242712018-09-19T17:00:00.001-07:002018-09-19T17:00:25.494-07:00Relaciones mezcladas<div style="text-align: justify;">
Seguramente he escrito al respecto pero, si no, comencemos por el principio: fui criada, cuidada y querida por mi abuela paterna. No es que mi madre no estuviera presente (vaya si lo estaba, y no en el buen sentido), es simplemente que desde pequeña fue mi abuela quien se encargó de la parte de cuidados y de amor en lo que a mi respecta (sí, es curioso que no sucediera así con mi hermano, que sólo es 13 meses mayor que yo).</div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Así las cosas, mi madre es/fue mi abuela; a quien escucho en mi cabeza cuando hago <i>travesuras </i>o<i> muladas</i>, quien se ríe conmigo de mis chistes, a quien le cuento lo que pasa, quien es mi referencia en cuestiones de cuidados y de amor. [Tal vez habría que decir que ella murió hace 9 años (como ya conté por acá en ese entonces) y que sí, tal vez estoy medio loca por hablar con mis muertos, pero son míos y yo hago con ellos lo que se me dé la gana.]</div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
En los últimos tiempos, he caído en cuenta de que no soy yo la única que considera que mi madre fue mi abuela:</div>
<div style="text-align: justify;">
- Mi abuelo, me decía "háblale a tu madre";</div>
<div style="text-align: justify;">
- Mi papá, a veces habla de nuestra mamá;</div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
- Un tío, hace poco, relataba una historia de cuando él y mi papá eran niños "y tu mamá se enojaba un montón porque ensuciábamos la ropa". Y no, no se refería a la mujer que me parió.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Pareciera que ambas categorías mías se confunden y se mezclan: soy la hija, soy la nieta, soy las dos. En las historias familiares, ella siempre es mi madre, se refieren a ella así pero, al mismo tiempo, su marido (mi abuelo) no deja nunca de ser mi abuelo, ni mis tíos mis tíos, ni mis padres mis padres. Simplemente, en lo que respecta a mi abuela (o, tal vez, debería decir a "nuestra relación") la relación es doble, confundida y mezclada.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Yo decidí, hace muchos años, que ella <i>era</i> mi madre, que en esto que es mi historia y mi vida, yo podía elegir qué lugar le correspondía a cada quien y que ella sería, había sido y será mi madre (lo cual, curiosamente, no cancela que mi madre también es otra, y que no dejo de reconocerlo así). Esta decisión me dio paz, me permitió sanar y re-contar mi historia, dejar de sentirme sólo vacío e incomodidad, sentir amor, <i>calientito</i> y sonrisas. Sé que esto es mi decisión y es respecto de mi historia, nada más...</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Y, aún así, escucho a la familia contar historias de mi madre, como si eso que yo re-conté es en realidad lo que pasó, como si algo de eso sí hubiese sucedido, como si esta historia, la mía, también fue la de ella y, en tanto suya, también decidió ser mi madre.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Así, tengo historias con mi madre, con mi abuela, con mi abuela y mi abuelo, con mi madre y mi abuelo, con mi madre y mi hermano (su nieto), tantas variedades que, aunque podrían, no se confunden ni se cancelan. ¿Quién dijo que uno sólo puede ser una sola persona para alguien más?</div>
Ariadna Valdéshttp://www.blogger.com/profile/03497905218837592567noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9056166228704630891.post-65057924640975270272014-12-17T09:22:00.001-08:002014-12-17T09:22:08.334-08:00Ventanas o puertas abiertas<div style="text-align: justify;">
No sé si sea generalizado, pero a mí me gusta mirar a través del resquicio de una ventana o puerta abierta, no es por metiche, es una curiosidad extraña, siento que mirar así te permite conocer algo que de otra forma no conocerías, porque no es una invitación a entrar, es una abertura que permite ver. Algo así como vislumbrar la belleza de una persona, justo cuando no sabe que es mirada (porque todos cambiamos cuando sabemos que alguien nos mira, o podría mirarnos). </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Me gusta asomarme y percibir lo que hay, sobre todo lo que está desordenado, lo que falta, lo que no debería estar ahí; eso dice mucho más de esa casa/lugar, que lo que sí tiene. A veces, inclusive hay gente ahí, ocupada, ignorando que su puerta o ventana están abiertas, que alguien puede mirarlos. Como si todo lo de adentro estuviese absorto en ser y no hubiese nadie más.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Algunos días a la semana voy a una colonia llamada San Pedro de los Pinos, me bajo en la estación del metro con ese nombre y camino un par de cuadras para ir a supervisión o tomar seminarios. Como es lógico, en esas calles hay muchas casas con ventanas que dan a calle, y muchas de ellas tienen las cortinas corridas o están abiertas; pero de todas esas, yo estoy enamorada de una sola. Está en la segunda cuadra, del lado derecho de la calle (en el sentido en que la camino), no suele estar abierta, pero no cierran las cortinas, así que, si la luz está prendida, puedo ver lo que hay adentro:</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Es un estudio no muy grande, con una mesa de madera y dos libreros que ocupan completamente dos de las paredes del cuarto, están llenos de libros y revistas, todos perfectamente acomodados. Algunos se ven viejos, otros no tanto y pocos más bien nuevos. No alcanzo a distinguir de qué tratan, si son teóricos o pura literatura, pero me gusta verlos. Cuando camino frente a esa ventana, me detengo sólo unos segundos, trato de absorber todo lo que veo en un parpadeo y sonrío, me emociona ver ese cuarto, curiosamente, no puedo hacer una historia sobre él, no me atrevo a darle un borde o consistencia. Me emociona que sea sólo lo que es, sin interpretación alguna... en ocasiones, espero que algo suceda, que el estudio "haga algo" que <b><i>la </i></b>muestre, su esencia, como si estuviera vivo. Al mismo tiempo, deseo que no suceda aún, que me permita disfrutarlo así, como está, con esos vacíos y sin respuestas. Que me permita pensar que ahí dentro se esconde no sólo algo maravillo e interesante, sino algo que también podría pertenecerme.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
Ariadna Valdéshttp://www.blogger.com/profile/03497905218837592567noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-9056166228704630891.post-39469236272572707702014-12-05T09:12:00.001-08:002014-12-05T10:41:12.941-08:00Volver, con la frente marchita<div style="text-align: justify;">
Me encanta esa canción, <i>Volver</i>, es triste y melancólica, pero me gusta. Me gustaba mucho porque la asociaba a él, porque pensaba que algún día habría que volver... no sé a dónde, ni siquiera sé quién, pero sabía que <i>eso </i>volvería.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Freud y Lacan, plantearon que el tiempo de lo inconsciente, el tiempo en el que suceden las cosas en lo inconsciente, no es un tiempo cronológico, sino lógico. Es decir, que nada tiene que ver con el momento en el que, según el reloj, suceden las cosas; tiene que ver con un tiempo que se mide con otra medida, que sigue una lógica que no responde a razón alguna. Por ejemplo, cuando una mujer le dice a su pareja "tiene mucho que no me dices que me amas", y él contesta que lo hizo esa mañana, recién. Pero eso <b>es </b>mucho tiempo para ella, porque, lógicamente, es mucho tiempo, han sucedido cosas que hacen que lo viva como mucho tiempo. De la misma forma, hay sucesos que se viven <i>como si fuera ayer</i> y en realidad han pasado muchos años.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Así funciona, no es una cuestión cronológica, no responde a un orden predeterminado.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Yo lo descubrí esta semana. El tiempo funciona muy extraño. Pasé diez años extrañándolo, pensando en él, con un vacío que dolía mucho y no se iba. Finalmente, en diciembre se fue ese dolor y pude acomodarlo en <b>su </b>lugar, dejarlo descansar y permitir que me acompañara de una forma diferente. No es que lo olvidara, eso ni siquiera es pensable, es que se acomodó diferente. Casi un año después de inaugurar su lugar, nos volvimos a encontrar...</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Le escribí un mail para preguntar si podía compartir sus tesis con mis compañeros de estudio, él contestó que sí, pasaron unos cuantos correos raros, como de reconocimiento, con cautela, desconcierto, miedo y, de repente, casi sin darme cuenta, estaba otra vez con mi amigo, escribéndome con él, compartiendo, sintiendo cariño y apapacho. Nos volvimos a encontrar no porque establecimos contacto o una relación, otra vez; no, nos exactamente así, nos pudimos re-encontrar porque ahora fue desde este otro lugar, porque estos años habíamos estado perdidos (por lo menos en mí así era), todos los intentos de acercarme habían sido fallidos porque eran mensajes erróneos, de lugares equivocados, confusos.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Han pasado diez años, no nos hemos visto (físicamente) en más de ocho años, pero <i>eso </i>sigue aquí, el cariño, el interés, lo bonito de la relación, ése amigo que tanto anhelé y extrañé está aquí, otra vez; y parece que el tiempo no pasó, que fueron sólo unos días de distancia... y al mismo tiempo, un universo ha pasado, porque él no es el mismo, yo tampoco... muchas cosas han cambiado, otras han desaparecido. Sé que el espacio y el tiempo que pasaron eran necesarios, lo sé porque se siente acertado, sin dudas.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Y aún con todo esto, el tiempo, el espacio, el duelo, la despedida, nos encontramos otra vez, y me hace sonreír, porque este "nuevo" lugar que tiene no sólo es el suyo, sino que además se siente bonito. </div>
Ariadna Valdéshttp://www.blogger.com/profile/03497905218837592567noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-9056166228704630891.post-74583229727690932052014-11-25T11:35:00.001-08:002014-11-25T11:35:23.797-08:00Negociar en una relación<div style="text-align: justify;">
Honestamente, poner en una oración <b>negociar </b>y <b>amor</b>, me da un poco de malestar, ¿qué es eso de negociar en el amor? En serio, ¿qué chingados es eso? Sí hay algo de eso que entiendo, que uno debe llegar a acuerdos, ceder ciertas cosas para hacer posible la convivencia... y demás, pero de ahí a negociar, siento que hay un abismo.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Porque, como yo entiendo negociar, implica que se hará un acuerdo en el que una parte dará algo a cambio de otra cosa (ejem, sí, esto suena a ceder cosas, ups) y esto, la verdad, me parece ridículo en una relación. ¿Cómo se supone que voy a dejar algo que hago o quiero para que tú seas feliz y, a cambio, me darás otra cosa? ¿Cómo?</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Por ejemplo: </div>
<div style="text-align: justify;">
X: No me gusta que fumes en la cama, ¿por qué no lo negociamos?</div>
<div style="text-align: justify;">
Y: Bueno, ¿qué ofreces a cambio de que no fume en la cama? Y que sea algo chido, porque sabes que disfruto mucho fumar en la cama antes de dormir.</div>
<div style="text-align: justify;">
X: Te ofrezco lavar los platos los fines de semana. Sé que hacer eso te cansa.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
¿Neto? ¿De verdad? ¿Soy yo o es COMPLETAMENTE ridículo? Vamos, al principio suena a una excelente idea de negocios, pides y ofreces algo para que te den lo que pides, y siempre tienes algo que intercambiar, porque sabes que a la otra persona le molestan ciertas actitudes tuyas, o situaciones. Hay mucho de dónde sacar y podría ser una mina de oro para obtener TODO lo que siempre deseaste en una relación... hasta que te das cuenta de que <i>algo </i>no marcha del todo bien, porque una relación implica tolerancia y respeto, aceptar al otro como es y con TODAS sus mañas y cosas raras. Una relación de pareja, que implica amor, no es un intercambio comercial, en donde le pides al otro que deje de dar o de hacer o de ser. NO. Es un espacio donde <i>deberías </i>sentirte seguro, aceptado, bien recibido, porque ése eres tú, porque éso es lo que hace de una casa un hogar.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
De verdad que no me cuadra, no me cuadra, me hace sentir que más bien te vas desdibujando, poco a poco, acuerdo tras acuerdo, y que terminarás por ser sólo el bote de complacencias fallidas (porque, obvio, esas complacencias son siempre fallidas) del otro. Y, ¿qué chiste tiene entonces construir una vida con alguien, si implica que tú salgas de ella?</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
Ariadna Valdéshttp://www.blogger.com/profile/03497905218837592567noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-9056166228704630891.post-80902656690560928512014-11-14T09:07:00.000-08:002014-11-14T09:07:00.167-08:00Pick-up lines<div style="text-align: justify;">
Hay gente que utiliza esas pick-up lines, esas frases o expresiones ensayadas o heredadas que "garantizan" que la chica (o chico) a quien las dirigen, tengan éxito y ella (él) caiga rendida(o) como cucaracha con insecticida.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Yo no las he utilizado, desgraciadamente mi boca siempre escupe frases filosas, irónicas, sarcásticas, y poco aceptadas por la sociedad en dichas ocasiones (o en casi cualquiera, lo sé), y no estoy segura de que alguien las haya utilizado en mí alguna vez. Afortunadamente, ayer viví algo maravilloso que dio pie a pensar en el nuevo universo de las pick-up lines.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Estaba yo en la fila de Starbucks, con la mejor intención de comprar un café que me permitiese despertar y pasar la mañana sin asesinar a alguien; llegué a la caja, hice mi pedido, caminé unos pasos, regresé por un cenicero y, de pronto, lo vi: <b><span style="font-size: large;">un condón tirado</span></b>. Sí, así como lo leen, había un cordón tirado en el piso, junto a las cajas. No pude más que pensar las opciones por las que <b><i>eso </i></b>estaría ahí:</div>
<div style="text-align: justify;">
</div>
<ul>
<li>Un chico sacó de su cartera el dinero para pagar el café, y el condón se salió de ella;</li>
<li>Un chico traía en la bolsa del pantalón, junto a la cartera, un condón, y al sacar una, no pudo evitar que el otro también saliera;</li>
<li>Una chica sacó la cartera, y entre el mar de tonterías que traía en la bolsa, salió el condón;</li>
<li>El chico dejó caer, sigilosamente, el condón, con la esperanza de que una bella chica lo recogiera, se acercara a él, y se lo regresara.</li>
</ul>
<div>
Sí, ya sé, mi mente es una fantasía romántico-grotesca de lo peor. Pero esa última opción es la mejor de las mejores. La idea de usarlo como pick-up line me parece metachingona, más allá de lo que cualquier donjuán pudiese imaginar. Pude divisar la escena en mi cabeza:</div>
<div>
[Un muchacho espera a que le tomen la orden en un café, llega a la caja, ordena, saca la cartera, y sigilosamente desliza un condón por su pantalón. El condón cae, en silencio, en el piso. El muchacho avanza para recoger su café. Unos segundos después, una chica joven, bella y sencilla, ve el condón, lo levanta, y se acerca al muchacho]</div>
<blockquote class="tr_bq">
Ella: Hola<br />Él: (voltea sensualmente) Hola<br />Ella: Se te cayó esto (le muestra el condón, y le dirige una mirada de coquetería inocente).<br />Él: Gracias (sonríe y le muestra una dentadura perfecta, en una sonrisa arrobadora). No me di cuenta, qué vergüenza.<br />Ella: Para nada, a todos nos podría pasar... Además, habla bien de ti que te cuides y vayas preparado en cualquier circunstancia, uno nunca sabe dónde o cuándo podría necesitarse.<br />Él: Tienes toda la razón, no lo había pensado así (su sonrisa se convierte en el Nirvana, ella suelta un pequeño suspiro).<br />[Él le ofrece el brazo, ella engarza ahí el suyo, y se van juntos a usar el condón.</blockquote>
<div>
<br /></div>
<div>
JA JA JA</div>
<div>
Qué vergüenza de imaginación la mía. Más allá de lo malo que está mi diálogo, creo que la idea de usarlo para ligar es maravillosa, y más cuando se lo cuenten a los amigos:</div>
<div>
Ella: Nos conocimos en un café, a él se le cayó un condón del bolsillo, yo lo recogí y se lo regresé...</div>
<div>
<br /></div>
<div>
A ver, ¿quién no quisiera contarle esa historia a los nietos?</div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
Ariadna Valdéshttp://www.blogger.com/profile/03497905218837592567noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9056166228704630891.post-28361725912920420032014-11-07T09:33:00.000-08:002014-11-07T09:33:04.415-08:00No sé qué quiero "mientras"<div style="text-align: justify;">
Estoy hasta el pito de mi situación de mientras. Hasta el tope y rebasando.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
No sé por qué (¿Por qué, Freud? ¡¿POR QUÉ?!) es tan difícil para mí esta situación. Sabemos que soy psicoanalista y que no existe nada en mi vida que busque o desee más que eso, vamos, que está por encima de todo lo que puede ser puesto por debajo (ja). No sólo no es negociable, sino que además estoy dispuesta a todo ( T O D O) con tal de conseguirlo... espera, ¿acabo de escribir "todo"? Conque sí, eh. Hagamos "como que" eso fue un lapsus y hablemos de eso (me encanta hablar como psicoanalista, je je, me imagino con barba, bigote, puro... sí, me veo como hombre, porque yo cuando imagino al psicoanalista perfecto, siempre veo a Freud).</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Entonces, decía yo que estoy dispuesta a todo, con tal de poder ser y vivir de ser psicoanalista (vivir, económicamente, vaya). Si lo tomamos como una afirmación absoluta, eso implica que "mientras", tendré que trabajar en algo más, hacer <i>otra cosa, </i>que me dé un ingreso suficiente que me permita pagar mis gastos. Evidentemente, sabemos que esa es la situación, yo trabajo medio tiempo en un despacho de abogados, y con ese dinero que gano ahí (que gano con sudor, lágrimas, sufrimiento y mares de tolerancia que parecen infinitos) pago mis necesidades básicas. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Pero, seamos honestos, parece que decir todo implica otras cosas más allá de sólo tener ese trabajo, que todos sabemos, es horrible, Pienso yo, en este "hablemos de eso", que decir todo implica aguantar lo que sea que pase aquí, sin salir corriendo, porque es <b>un medio para un fin, </b>y el fin es bien importante. Mi gran gran problema aquí es saber si ese aguantar quiere decir: <u>hacerlo con una sonrisa en la boca y sin darle el peso que tiene realmente, es decir, que son abusos, chingaderas, y que no me gusta.</u> O, por el contrario, si es darle el peso que tiene, y aún así quedarme aquí, a sabiendas de lo que pasa y de por qué lo soporto. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Ahora, si este aguantar lo que sea, no es sinónimo de masoquismo a lo pendejo, también implicaría que entre todas esas opciones feas que tengo, puedo escoger. Primero determino cuánto dinero necesito (listo) y después busco opciones que puedan proveerme ese dinero (listo... a medias). </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
La tristeza que me embarga, es que en realidad ninguna de las opciones me gusta, ninguna suena interesante o satisfactoria, todas implican sacrificio y molestias y, por encima de todo todo todo, NO ES PSICOANÁLISIS.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
La verdad, si quiero dejar de darle vueltas, es que no es que no sepa qué quiero mientras, es que quiero NADA, quiero sólo psicoanálisis, y cualquier otra cosa que no sea eso, no lo quiero. Y, si me veo en la terrible necesidad de hacerlo, lo veo como un sacrificio, padecer y generador de quejas e insatisfacciones infinitas. Porque no lo quier hacer, porque me niego a vivir diario algo que no quiero y verlo como bonito sólo porque eso se espera de mí.</div>
Ariadna Valdéshttp://www.blogger.com/profile/03497905218837592567noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-9056166228704630891.post-87620042581312028302014-10-21T08:52:00.000-07:002014-10-21T08:52:00.150-07:00Cuando George Clooney se casó<div style="text-align: justify;">
¿Recuerdan que George Clooney era el famoso que había escapado del matrimonio con estilo y dignidad? Que pasaban los años y él simplemente no se comprometía o casaba... que fungía como un faro de esperanza, un estandarte para todos los que no queremos casarnos y creemos que<a href="http://ariadnavaldes.blogspot.mx/2014/07/mas-pronto-cae-un-hablador-que-un-cojo.html" target="_blank"> no cae antes un hablador que un cojo </a> y que mientras él estuviera soltero, los demás podríamos soportarlo. Porque, seamos honestos, si un hombre como él (es decir, como él que es la carcasa de todas las fantasías que yo deposito ahí, porque no tengo idea de cómo es él) no necesita una mujer, yo tampoco (la lógica es que yo soy igual que él, una gran mujer, el partido que todo hombre quiere... esas cosas) necesito un hombre que sea mi marido.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Ahora, que él se ha casado, en mi cabeza parece que quitaron el letrero de: no necesitamos casarnos, lo aventaron al barranco y alguien dijo: a la chingada, si él se casó, no vale la pena seguir con la mascarada, aceptémoslo ¡queremos un anillo de compromiso! [Demonios, ¿alguien más notó que no quiero casarme, sino el anillo, que alguien me diga que quiere estar conmigo toda su vida, y que lo diga con un diamante?] </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Ja, me siento como en las batallas antiguas, una vez que han matado al rey o al general, ya no vale la pena seguir peleando, la batalla se ha perdido. Y los guerreros o soldados que aún siguen vivos, puedes dar la vuelta y dejar de pelear.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
O, tal vez, lo único que hace falta es encontrar algún otro estandarte que quiera sostener estos argumentos flácidos de que el matrimonio no es indispensable...</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
P.D. Genuinamente, no me interesa casarme, la fiesta, el reconocimiento social, decir que "él es mi marido", eso no me interesa. Lo que quiero, es alguien con quien hacer una vida, convivir, crecer, compartir... tal vez hasta vivir juntos. Pero, todos sabemos (¿?) es diferente una cosa que otra.</div>
Ariadna Valdéshttp://www.blogger.com/profile/03497905218837592567noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-9056166228704630891.post-4353866873833884292014-10-20T08:38:00.001-07:002014-10-20T08:38:13.770-07:00Es esto, porque me funciona.<div style="text-align: justify;">
Tengo un amigo "nuevo", es decir, recientemente entablamos amistad. Es el hermano de mi amiga más cercana y, por lo mismo, he pasado tiempo con él. En ese tiempo, he descubierto que es un gran hombre, lo cual me lleva (¿a todos?) a crear una lista de cosas o situaciones que "un hombre como él debería tener". En el caso a platicar hoy, es su noviazgo.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
El chico (28 años), lleva 3 años de novio con una chica (27) y, para ser absolutamente honesta, si se vieran menos enamorados, podría jurar que llevan varios años de casados con muchos hijos (esa relación ya de hastío y cansancio, donde la otra persona se convierte en el recordatorio de todo lo que no hiciste o pudiste lograr, sacrificaste, perdiste, etc.). La chica terminó la licenciatura y lleva tres años haciendo la tesis (no quiero ni pensar de qué tamaño será la tesis, si le toma tres años de tiempo completo), no trabaja ni parece tener grandes planes a futuro. El muchacho, terminó la carrera en tiempo y forma, tiene un buen trabajo y está desarrollando un proyecto muy interesante y grande, que van (ya explicaré el plural) a hacer en la península de Yucatán, y para el cual se muda en enero.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
El plural, van, quiere decir que él, la novia y la familia de la novia (ja, suena a película gringa).</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Demonios, creo que ya perdí el hilo de mi escritura. El asunto era, sí, que él lleva tres años con una chica con la que tiene un plan de trabajo a largo plazo, y que no se ve ni remotamente enamorado de ella (lo peor, ella de él tampoco). La familia de él, y la amiga de la hermana (yo) estamos un poco preocupados por esta situación (preocupados aquí significa: somos unos metiches que creemos que hay espacio para nuestra opinión, en una relación que no es nuestra), porque creemos que él debería estar con una mujer que lo hiciera (se hicieran) absolutamente felices, que se vieran enamorados, estuvieran enculados, no pudieran dejar de coger y se sonrieran el uno al otro cuando se mirasen. Porque hay cosas que se sienten y parece que "están mal", que él prefiera acariciar o apapachar a una mujer que no es la suya, con la suya al lado, que pase los fines de semana con otras personas, que tenga sus "amantes" (algo así, aunque no nos conste que sea con esas palabras, pero vamos, esto se ve a leguas), no suena a una relación feliz. Y uno, que es metiche, muere porque él se dé cuenta de esto y la deje para ir en busca de quien sí llene todas nuestras (las de los metiches) expectativas.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
El sábado, en un arranque de imprudencia de mi parte, se lo dije, que debería estar con una chica que lo tuviera enamorado, enculado, que lo hiciera sonreír de formas pendejas y absurdas... y él contestó que estaba en esa relación porque <b>le funcionaba</b>, su relación pasada terminó en tragedia y él estaba más que enamorado y comprometido, y por eso había decidido buscar una relación que no lo hiciera perder la cabeza y que resultara sencilla. La relación que tenía actualmente era así, funcional. Un rato después me preguntó si yo tenía una relación sana y feliz, y entonces sí me dejó pensando, porque en realidad yo tampoco la tengo (no bajo los cánones de "sano siempre y feliz siempre"), mi relación a veces parece montaña rusa. PERO, estoy en ella porque <b>me funciona,</b> porque <b>obtengo algo de ella</b>. Igual que él.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Oh, la ironía. Ahí estaba yo juzgando a alguien porque creo que merece una súper mujer, y dejé de lado que esta <b>es </b>la súper mujer porque le da lo que él necesita/quiere/busca/desea en este momento; que no es víctima de la situación y que nada de lo que sucede lo somete más de lo que él lo permite. Sí, sí, estoy de acuerdo, cuando uno "sabe" que existe el inconsciente, la pulsión de muerte y el goce, no puedes pasar por alto que tal vez lo que él obtiene no sea lo que desea, sino una forma de gozar (léase sufrir, masoquismo). De todas formas, y es justo a donde quiero llegar con esto, me parece admirable que tenga los huevos y el temple de afirmar que está ahí porque lo decidió y que sea capaz de sostenerse en ese lugar, con todo y las consecuencias que esta decisión traiga consigo.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Así que yo, con mi pedantería de metiche-amiga, me he quedado sin palabras. Tal vez, quepa una disculpa por haber opinado y juzgado donde no me corresponde... Pero es que es tan difícil separar lo que deseas para quien quieres, de lo que ellos escogen para sí.</div>
Ariadna Valdéshttp://www.blogger.com/profile/03497905218837592567noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-9056166228704630891.post-26136696959570077152014-10-06T11:06:00.002-07:002014-10-06T11:06:16.474-07:00Parejas infelices<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;">Ayer caí en cuenta de que tener
una relación de pareja satisfactoria es, en realidad, un caso excepcional y no,
ni remotamente, una regla. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;">Con mi poca experiencia, me
atrevo a decir que uno valora una relación de forma diferente, según la edad.
En la juventud, lo más importante es el sexo y la atracción física; después, la
capacidad económica, reproductiva y presumible (es decir, que puedas presumir a
tu pareja); a los cuarentas o cincuentas, entre el miedo a estar solo y la
fantasía de encontrar algo mejor (aunque no tengas idea de qué podría ser
mejor, o mejor “en qué”), a veces te separas, otras te resignas, pero siempre
con duda y un dejo de angustia; finalmente, pasados los sesenta, las parejas
tienden a dejar fluir la mierda y lo bueno, porque no vale la pena pelear por
cambios que no han sucedido ni sucederán, y el miedo a una vejez en soledad es
más grande que cualquier infelicidad.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;">No sé por qué, exactamente,
pero cuando veo parejas que llevan más de 10 años juntos, siempre percibo que
hay más contención que amor y felicidad, que parece una carrera de resistencia
y no un equipo que crece y comparte. Las quejas no se hacen esperar,
comentarios que muestran poco respeto o admiración hacia la pareja salen de
formas discretas o descaradas, en los peores casos, les resulta imposible no
expresar el odio y la incompatibilidad que hay entre ellos, y las consecuencias
de infelicidad, amargura y poco placer.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;">Yo no he estado más de 10 años
con alguien, ni siquiera con mis amigos he mantenido una relación más longeva,
pero no dejo de fantasear con que podré
hacer una vida con mi pareja, y encontrar la manera de ser feliz y mantener
siempre (tal vez no todo el día, pero sí todos los días) el respeto, las risas,
el placer y el apoyo. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;">Desconozco cuáles son los
factores que influyen y hacen que la relación termine en fracaso, ¿será la edad
en que uno se enamora? ¿la falta de conocimiento y aceptación de uno mismo?
¿una ignorancia sobre lo que se quiere a futuro? ¿cambios de planes que
resultan incompatibles a los anteriores y, por ende, con la pareja actual?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;">No lo sé, verdaderamente no lo
sé, y no deja de darme un poco de miedo. Pero, de todas formas, me parece más
triste ver y escuchar que alguien está en una relación en la que no quiere
estar, con alguien a quien ya no ama, que no se siente satisfecho o ilusionado
por lo que queda por construir y vivir. Peor aún, me resulta la gente que
decide quedarse con esa persona “para siempre”, sólo porque no quiere morir
solo, envejecer y degradarse sin que algún pobre tonto se trague toda esa
mierda y aguante sólo porque están casados. Porque, vamos, seamos honestos,
quedarte con alguien a quien no amas o respetas, sólo para que te limpien la
cola cuando estés viejo, es una chingadera, sin importar cuánto dinero puedas
aportar para “ganártelo”.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<br /></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;">Mmm, creo que me estoy
desviando del tema, o es más complejo de lo que pensé. Es triste ver que muchas
relaciones y parejas, después de veinte años de estar juntos, aceptan que no
son felices y no hay más por hacer para que eso cambie, que sólo queda
separarse. Ni los hijos ni los planes ni la casa ni nada pudo paliar esa
diferencia, aminorarla… tal vez se escondió o negó un tiempo, pero no más. Y,
lo curioso, es que no es lo mismo “comenzar” otra vez a los 20 o 30, que a los
50…<o:p></o:p></span></div>
Ariadna Valdéshttp://www.blogger.com/profile/03497905218837592567noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-9056166228704630891.post-28250904689444034962014-09-24T09:56:00.001-07:002014-09-24T09:56:23.763-07:00Uf, lo cotidiano.<div style="text-align: justify;">
No sé a ustedes, pero a mí, lo cotidiano, lo que hay que hacer día a día, a veces me resulta complejísimo y complicadísimo. No me refiero a hacer lo que uno hace diariamente, todas las cosas, sino algunas.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Por ejemplo, a mí, escoger dónde comer, los días que no como en casa, me resulta una T O R T U R A. Siempre pienso que quiero <b>otra cosa</b>, pero no sé cuál y <i>debo </i>descubrirlo, porque (lo sé), la opción que escoja no va a ser la mejor. Casi siempre me queda un dejo de nostalgia, después de comer, por esas otras opciones que tenía (¿?) y no elegí. A veces, esta situación me produce tanta frustración, la incapacidad de decidir, que puedo terminar en un mar de lágrimas o, si ya me enojé, sin comer. Y, lo peor de todo, es que una vocecita en mi cabeza, mientras sufro elegir, me grita: "¿Pero por qué tanto pinche drama? ¡Es sólo UNA comida, no es para tanto! Escoge un lugar que te guste y ya, mañana podrás ir a otro y así. No es para tanto". Obvio, para esa vocecita, no es para tanto, pero a mí, se me puede ir la vida en ello.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Escuché en una clase de psicoanálisis, que ése es el típico comportamiento del obsesivo, no tomar una decisión, no dar el paso, quedarse en el "drama", inventando vericuetos para evitar el camino recto, preferir rodear y hacerse pendejo antes de poder tomar una decisión. La maestra dijo "ustedes pongan a dos neuróticos obsesivos a escoger si van al cine o a cenar, y verán que no harán nada", y claro, toda la clase reía, mientras yo pensaba que no causaba risa, que es una situación bien frustrante y compleja. Porque no es que uno "no quiera", que no se le dé la gana, es que uno NO puede escoger, va más allá de toda voluntad. No se puede. Porque, claro, ahí se juegan más cosas que sólo una comida.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Como esto, hay mil cuestiones. Me pasó con la bicicleta, yo moría por andar en bici, ahorré y fui a comprarme una, escogí una bien bonita y de regreso a casa, en el metro, con la bici, no paraba de llorar porque me daba miedo. La amiga con la que iba me dijo que no era para tanto, que no tenía por qué usarla, que el simple hecho de haberla comprado ya era un avance enorme y debía vivirlo como una victoria, no como un nuevo reto o una traba infranqueable. Sí, yo lo entiendo, pero me sobrepasa. Otra vez, no es que yo no quiera dejar de hacer drama por algo tan ridículo como andar en bici (sí, ya dirán ustedes que de dónde la necedad de usar la bici, si me causa tantos conflictos. Más fácil usar el bus y ya), es que no puedo. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Alguna ocasión, en análisis, me di cuenta que esa angustia que me producen esas situaciones, eran justo aquéllas en la que mi Deseo estaba en juego. Que ante el deseo lo único que yo podía hacer (yo no, mi inconsciente) era angustiarme y querer huir. Y claro, eso está bien cuando hablamos de cosas cabronas, como ser psicoanalista contra todos y todo, con trabas e imposibilidades económicas, sin apoyo... bla bla bla. Pero que el deseo se juege en usar o no la bici, comer o no algo rico... suena un poco ridículo.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Ahora, después de mucho análisis y huevos (porque vaya que hacen falta huevos para no salir corriendo ante la angustia), he aprendido a delimitar la angustia, a darle un rodeo cuando no puedo atravesarla, pero no a quedarme atrás. También, he podido distinguir esas batallas que no valen la pena ser peleadas (si de plano no puedo escoger qué comer, lo más barato y a la chingada, total, ni me va a hacer feliz, así que mejor gastar poco... o simplemente no comer y ya, que no me voy a morir por eso). Hay ocasiones en que sí he podido atravesar la angustia, una de ellas fue la bicicleta, de tanto intentarlo y llorar (qué ridícula debía de verme en la calle, con la bicicleta al lado, a moco tendido porque no puedo subirme en ella y rodar), un día lo disfruté... y no hubo forma de bajarme. Ahora la utilizo para desplazarme a casi cualquier destino y me encanta. Porque, ahí está el secreto: lo que hay del otro lado de la angustia es justamente el deseo. Y, si uno es capaz de franquearla, lo que sigue se disfruta (nótese que la parte compleja es "ser capaz").</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Tal vez rodearla no sea exactamente una victoria, pues la angustia sigue, de alguna forma, acechándome, pero tengo la tranquilidad de saber que, mientras esté detrás y no delante, puedo lidiar con eso. Además, he aprendido a disfrutar esas actividades que me permiten rodearla. Soy muy organizada (sí sí, al borde de lo patológico, pero me funciona) y eso me gusta. Disfruto planear mis actividades, listas de pendientes, organizar documentos por orden e importancia, alfabetizar y catalogar mis libros... Todas esas actividades que parecen alejarme del objetivo son, en realidad, los pequeños pasos que me acercan, poco a poco, a mi destino.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Porque, en esto sí es cierto que el jardín es más verde del otro lado de la barda.</div>
Ariadna Valdéshttp://www.blogger.com/profile/03497905218837592567noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-9056166228704630891.post-23679332472776065022014-09-17T10:03:00.004-07:002014-09-17T10:03:31.643-07:00Estado: perdida.<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES">Hace unos meses tomé un seminario sobre el AMOR, desde la perspectiva
psicoanalítica. La verdad, es la segunda vez que tomo este seminario y no, en
realidad no se trata del amor sino de la postura de los sujetos ante la
sexualidad (posición masculina o femenina, tener o ser el falo…) y de cómo esta
postura define también su manera de amar. Fue un seminario intenso, leí mucho y
traté de producir algo de toda esta teoría, sumada a mi experiencia (tanto
sobre la teoría, como sobre el amor) y en esa producción, me di cuenta de que
no sé cómo se siente ser amado.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES">Sí, amerita una explicación más detallada. Sé amar, eso sin duda; lo siento
en mi cuerpo, en mi sonrisa, en mi pensamiento, me da una sensación de
tranquilidad, paz, certeza (y no sólo amar a una pareja, sino a los amigos,
familia y demás). Cuando amo, siento que quiero estar con esa persona,
platicarle cosas que he hecho o me han pasado, escucharlos, construir historias
y recuerdos juntos. Después de estar con ellos, me llevo una sensación de “calorsito”,
siento que me voy con más de lo que tenía o sentía al llegar, que ellos y la
conviviencia con ellos hizo crecer algo, además del amor que sentía ya por
ellos. Esto es lo que yo entiendo de esa cita de El Principito, de que el amor
es lo único que crece cuando se reparte (o algo así, no la tengo de memoria
ahora). Sé a quiénes he amado y puedo decir por qué, aunque sea un poco vago,
pero puedo ponerlo en palabras y sentimientos, emociones, sensaciones,
sonrisas. Lo sé, con certeza absoluta, y no hay nada que me haga dudarlo (así,
también, puedo distinguir entre lo que ha sido amor y lo que no. Si pienso por
qué los amaba y sólo puedo contestar “no lo sé, sé que era amor pero…”, eso
significa que no era amor, en el amor no hay duda). Inclusive cuando se refiere
a personas que ya no están en mi vida, los recuerdo y puedo sentir vestigios de
ese amor.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES">Desgraciadamente, hace unos meses me vi en una situación de crisis porque
no había armonía entre lo que sentía y pensaba sobre el amor que él siente por
mí. Sabía que me amaba, él lo decía y se escuchaba “genuino”, su mirada decía
lo mismo, algunas acciones suyas lo demostraban (detalles, caricias), pero yo
no lo entendía bien, y tampoco sentía ese calorsito o certeza. Y me di cuenta
de que no sé cómo se siente ser amado, no cómo el otro lo demuestra y expresa,
sino cómo se siente en mí, cómo YO SIENTO EN MI ESE AMOR, siento el amor que
ellos producen en mí, pero ese amor que debería acompañar a esas frases de “te
amo” “te quiero mucho” en mí, eso no lo siento. Ya no sé si es porque no sé
hacerlo, es decir, sentirlo, identificarlo, o porque no existe, porque el amor
es una ficción que uno crea a partir de lo que sientes y la armonía o sintonía
que esto tiene en las acciones y palabras del otro.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES">Este fin de semana, me quedó un poco más claro. Es muy difícil sentir el
amor que alguien profesa por mí, cuando no lo entiendo, cuando pienso que esa
persona no considera que yo “valgo la pena” (se escucha horrible, pero no sé
cómo expresarlo, tal vez es más adecuado escribir que consideran que yo tengo
cualidades suficientes o determinadas para ser meritoria de su amor), que me
ama porque tiene miedo de buscar a alguien más para amar, o porque no hay
nadie, o porque tal vez no haya nadie más, que me ama porque me gusta y eso lo
hace sentir bien sobre sí mismo… pero, ¿y yo? ¿dónde quedo yo aquí? No me
siento amada por quien soy, por lo que hago… carajo, ni siquiera sé dónde quedo
después de esto. Me siento total y completamente perdida, siento apretado y
ganas de llorar cuando lo pienso, no siento calorsito, no siento certeza, no sé
ni dónde estoy ni si quiero seguir ”aquí”. Es más, ni siquiera sé si lo que
siento yo es amor, por él, porque no entiendo qué pasa, porque no siento que
esté bien (no en cuestión de bueno o malo como valor, sino de que se <b><u>siente</u></b> bien, sin explicaciones,
más bien como emoción o sentimiento), porque no puedo construir a partir de la
incertidumbre.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES">Esto suena un poco pendejo, pero para mí funciona así. No importa cuánto,
en términos cronológicos, dure una relación o el amor, yo debo sentir la
certeza de que es para siempre, y que justo porque no es algo pasajero,
entonces vale la pena jugarse todo ahí, porque ése, ése y no otro, es el lugar
en el que quiero jugarme mis canicas, todas mis canicas, todos los días. Para
mí, a partir de esta certeza del siempre, es que puedo construir una relación,
crear, compartir, amar. No lo puedo concebir al revés: primero construimos y
luego evaluamos si esto durará o no toda la vida.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES">No. Para mí, se construye <i>porque</i>
va a durar toda la vida, sin importar cuánto tiempo sea “toda la vida”. Yo ya
hice esto, ya construí con alguien, hice una vida con él, y aunque esa relación
terminó y, por ende, “no funcionó”, yo
la viví como completa, como algo que duró una vida: yo tuve una vida con él,
hice una vida con él. Y el chiste está en “una”, no hice “mi” vida con él, no
le di MI vida, hicimos una, juntos. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES">Hoy, ya no siento esa pertenencia, esa certeza de que es aquí. Porque aquí,
no me siento amada por ser yo (con todo lo imaginario y psicoanalítico que cabe
en esta ficción de que nos aman por ser nosotros y no, como sucede en realidad,
por hacer semblante de <i>ése</i> objeto que
sí puede colmar su falta), siento que él me quiere aquí porque le gusta lo que
siente él sobre él. Y esto no puede dar pertenencia, una cosa es ser un objeto
causa de deseo, y otra es ser un objeto funcional… no un fin, sino un medio. No
algo valioso en sí, sino un instrumento.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES">Me siento perdida y además desahuciada, porque en unos días, con unas
palabras, me quitaron el amor que yo sentía por alguien más y, además, me
quitaron la certeza y pertenencia que sentía. Esa que jamás había sentido, esa
que me hacía perdonar y aguantar y dar y amar. Porque hoy, sólo sé que estoy
perdida y duele.<o:p></o:p></span></div>
Ariadna Valdéshttp://www.blogger.com/profile/03497905218837592567noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-9056166228704630891.post-20910401475503489662014-09-10T09:12:00.000-07:002014-09-10T09:12:05.291-07:00¿Ñoña, yo? ¿Me están llamando ñoña, A MÍ?<div style="text-align: justify;">
No sé si sea una palabra de uso universal en el habla española, pero en México, particularmente en la ciudad, le decimos ñoño al nerd, al que estudia mucho y hace las cosas "como se debe", no sólo en la escuela, sino en general. Digamos que es una cuestión de ética de vida.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Acabo de buscar en el diccionario la definición de ñoño, y no sé por qué no aparece la nuestra... Esto es lo que afirman ellos:</div>
<div style="text-align: justify;">
<div class="p" style="font-family: 'Arial Unicode MS', 'TITUS Cyberbit Basic', 'Lucida Sans Unicode'; font-size: 17px; margin-bottom: -0.5em; margin-left: 0em; text-align: left;">
<span class="f" style="color: blue; font-size: 15pt;"><b><br /></b></span></div>
<div class="p" style="font-family: 'Arial Unicode MS', 'TITUS Cyberbit Basic', 'Lucida Sans Unicode'; font-size: 17px; margin-bottom: -0.5em; margin-left: 0em; text-align: left;">
<span class="f" style="color: blue; font-size: 15pt;"><b>ñoño</b></span><span class="f" style="color: blue; font-size: 15pt;"><b>, ña</b></span><span class="f" style="color: blue; font-size: 15pt;"><b>.</b></span></div>
<div class="q" style="font-family: 'Arial Unicode MS', 'TITUS Cyberbit Basic', 'Lucida Sans Unicode'; font-size: 17px; margin-bottom: -0.5em; margin-left: 2em; text-align: left;">
<span class="a" style="color: green; font-family: 'TITUS Cyberbit Basic', 'Arial Unicode MS', 'Lucida Sans Unicode'; font-size: 13pt;">(<a href="https://www.blogger.com/null">Del</a> <a href="https://www.blogger.com/null" title="latín, latino o latina">lat.</a> <i>nonnus</i> 'anciano', 'preceptor, ayo').</span></div>
<div style="font-family: 'Arial Unicode MS', 'TITUS Cyberbit Basic', 'Lucida Sans Unicode'; font-size: 17px; text-align: left;">
</div>
<div class="q" style="font-family: 'Arial Unicode MS', 'TITUS Cyberbit Basic', 'Lucida Sans Unicode'; font-size: 17px; margin-bottom: -0.5em; margin-left: 2em; text-align: left;">
<a href="https://www.blogger.com/null" name="0_1"></a><span class="d" style="color: blue;"><b>1.</b></span> <span class="d" style="color: blue;" title="adjetivo">adj.</span><span class="b"> Dicho de una cosa: Sosa, de poca sustancia.</span></div>
<div class="q" style="font-family: 'Arial Unicode MS', 'TITUS Cyberbit Basic', 'Lucida Sans Unicode'; font-size: 17px; margin-bottom: -0.5em; margin-left: 2em; text-align: left;">
<a href="https://www.blogger.com/null" name="0_2"></a><span class="d" style="color: blue;"><b>2.</b></span><span class="g" style="color: #b3b3b3;"> <span class="g" title="adjetivo">adj.</span></span><span class="d" style="color: blue;"> <span class="d" title="coloquial">coloq.</span></span><span class="b"> Dicho de una persona: Sumamente apocada y de corto ingenio.</span></div>
<div class="q" style="font-family: 'Arial Unicode MS', 'TITUS Cyberbit Basic', 'Lucida Sans Unicode'; font-size: 17px; margin-bottom: -0.5em; margin-left: 2em; text-align: left;">
<a href="https://www.blogger.com/null" name="0_3"></a><span class="d" style="color: blue;"><b>3.</b></span><span class="g" style="color: #b3b3b3;"> <span class="g" title="adjetivo">adj.</span></span><span class="d" style="color: blue;"> <span class="d" title="anticuado o anticuada">ant.</span></span><span class="b"> Caduco, chocho.</span></div>
</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Obviamente, no es que uno vaya a decir que la RAE está equivocada, sólo que su proceso de actualización es un poquitín lento (con eso de que votan para añadir palabras, y la definición... me lo imagino como votaciones de las cámaras, y me parece terrible). Así que, retomamos el hilo que me pierdo.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Los ñoños son los estudiosos, aplicados, nerds, que siempre hacen lo correcto. Y yo, señores y señoras, soy una de esas y "a mucha honra". Y lo especifico porque mucha gente lo ve a mal o como una ofensa, que les digan ñoños, pero a mí me hace muy feliz.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
En cuanto a la ñoñez, evidentemente tiene muchos matices y contextos. En cuanto al estudio, soy ñoña porque:</div>
<div style="text-align: justify;">
<ul>
<li>Uso pluma fuente con tinta moradita;</li>
<li>Post-its de diferentes tamaños y colores, que tienen un uso determinado cada uno;</li>
<li>Banderitas chicas para marcar lo que subrayo, cada tema de un color diferente;</li>
<li>Banderitas grandes para marcar las dudas;</li>
<li>lapicero de punto medio para escribir, y de punto gordito para subrayar;</li>
<li>pluma de color rosa para <i>ciertas </i>cosas, o anotaciones;</li>
<li>Todo lo que subrayo en los libros lo escribo en tarjetas bibliográficas, según el tema;</li>
</ul>
<div>
Pero, sobre todo y por encima de todo (que es justo el tema de este post), planeo y organizo mis actividades. Ahora, por ejemplo, que estoy en tres seminarios (como estudiante) y doy una clase, y debo prepararme para un seminario intensivo a fines de octubre (con un tipo súper chingón que dará un seminario intensivo de tres días, muchas horas), además del consultorio y el despacho, es I N D I S P E N S A B L E que TODO esté perfectamente agendado y organizado.</div>
<div>
<br /></div>
<div>
Para eso, imprimí un calendario (sí sí, el iPhone y su súper calendario, ya sé, pero si no lo escribo a mano no puedo, simplemente no me organizo bien), hice una lista de lecturas y tareas y fechas de cada cosa, y designé los días en los que leería tal libro, prepararía mi clase, haría apuntes... todo lo pendiente.</div>
<div>
<br /></div>
<div>
Tal vez suena demasiado exagerado, que no es necesario, con hacer la lista de actividades y priorizar es suficiente, y ya uno sabrá cuánto tiene que apurarse. Pero para mí no es suficiente, necesito planear cuánto tiempo tomará cada actividad, y ceñirme a eso (puedo adelantar cosas, obvio, pero eso amerita un premio :) ), si no, me angustio y constantemente me preocupa que el tiempo no me alcance. Además, con la pura lista, uno se confía y al rato tienes la mitad de los pendientes amontonados y el tiempo a punto de terminar.</div>
<div>
<br /></div>
<div>
Así que hice mi lista feliz (porque las listas siempre son felices) ayer, y le di con todo. Terminé lo que debía hacer ayer, adelanté la mitad de lo que debía hacer hoy, empecé una nueva lectura. Y me siento muy emocionada y feliz. Si todo sale bien (y saldrá), habré terminado antes de tiempo y podré tomarme unos días para "descansar", es decir, leer alguna novela o ver una peli, o disfrutar el tiempo y tejer...</div>
<div>
<br /></div>
<div>
Porque, cuando uno hace las cosas a tiempo, le queda tiempo para todo lo demás, y disfrutarlo.</div>
</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
Ariadna Valdéshttp://www.blogger.com/profile/03497905218837592567noreply@blogger.com2