Siempre me había gustado mi cabello, chino como caireles, con forma,
sano, de un castaño oscuro (que yo digo casi negro y hay quienes dicen casi
güero) decente, que sentaba bien con mi cara y mi personalidad. Además, es
fácil de peinar, se atiene a mis designios y puede quedarse en su sitio con muy
poca infraestructura (hasta con un clip puedo hacerme un chongo y se queda
quieto y bonito).
Eso sí, desenredarlo, o mantenerlo sin nudos no ha sido tarea fácil,
cuando era niña sufría muchísimo por eso, pues mi mamá no me dejaba usar
acondicionador y a mí me gustaba andar de cabello suelto, así que podrán
imaginarse la de nudos que se me hacían. Afortunadamente en la adolescencia
descubrí que si me desenredaba el cabello en la regadera era mucho más fácil, y
después conocí el producto más maravilloso del mundo: el mouse de Herbal
Essences, que no permite que mi cabello se enrede, lo deja fácil de peinar a
cualquier hora del día, en cualquier circunstancia.
Como me creí eso de que si tienes facciones finas puedes traer cualquier
largo de cabello y estilo, me lo he cortado MUY chiquito (no más de dos
centímetros de largo) y lo he traído hasta la cintura; con todas las
combinaciones en medio. Para ser honesta, odio traer el cabello suelto, los
chinos no son fáciles de acomodar tras la oreja si te estorba en la cara, así
que ando como viejo pastor inglés (el perro con el cabello sobre los ojos) y
sufre que sufre, así que si me “suelto” el cabello, me hago una media cola, o
sostengo los cabellos que caerían en la cara con una pinza o algo. Pero lo mío
lo mío, es el chongo, me gusta el cabello amarrado para que no me distraiga ni
implique dedicarle tiempo a lo largo del día.
He utilizado también mi cabello como una forma simbólica de vivir o
aceptar el cambio, cuando han pasado cosas fuertes o drásticas en mi vida, me
he cortado el cabello. Y corto también lo disfruto, no en cualquier longitud,
pero sobre todo muy muy cortito o un poquito más largo, de tal forma que igual
me lo pueda hacer en chongos o cosas raras.
En los últimos años, sin entender razón, me incomoda traer el cabello
suelto, porque la humedad hace que todo el día sienta la espalda mojada (aunque
no la tenga mojada, es más, aunque tampoco tenga el cabello mojado) y por eso
no me lo he soltado desde hace año y medio (bueno, lo he intentado un par de
veces, pero termino con el cabello amarrado y la espalda tensa y “mojada”). Por esta razón, he pensado seriamente cortarme
el cabello muy corto y andar así por la vida, pues tampoco me parece ideal o
lógico tener el cabello súper largo si no me lo suelto (implica tiempo de
peinado, desenredado, mousse, y demás. Toda una inversión).
P E R O
Ahí surge el conflicto existencial, que ahora se ha convertido en un
absurdo existencial. Cuando pienso “hoy sí me lo corto, es lo más práctico y
sano y lógico” mi cabeza responde “pero las mujeres atractivas deben traer el
cabello largo” ¡¡Qué demonios es eso!! ¿De dónde sale? Porque yo no lo pienso,
tan no lo pienso que me he sentido la flor más bella del ejido de cabello
corto, así que no entiendo por qué demonios pienso eso. No pienso que tal vez
me arrepienta, que esperar a que crezca toma por lo menos dos años, que se me
vería la cara más gorda o se acentuaría mi sobre peso… ¡No! Lo que pienso es
esa pendejada de que las mujeres deben andar de cabello largo, porque eso es
más femenino.
Y uno podría pensar que no es cierto, que son puras tonterías, que
nadie opina así, que cada quien puede hacer con su cabello lo que le dé la gana…
pero la realidad es que a los hombres les gustan las mujeres de cabello largo y
suelto (no entiendo por qué), les llaman más la atención, no sé qué cosas, pero
es así. Con sus debidas excepciones, las mujeres bellas y atractivas (las
famosas, vaya) andan de cabellera larga y suelta, sensual, y las que se cortan
el cabello son bastante criticadas (aunque se vean más hermosas así, o sea su
pinche cabello, o lo que quieras y mandes).
Esto, lo diré, está de la chingada; que los juicios sociales sean tan
poderosos que se cuelan hasta lo más profundo de nuestro ser, que nos limitan y
delimitan constantemente y que no nos permiten sentir que hacemos lo que
deseamos o queremos o escogemos libremente (porque inclusive cuando decidimos
seguir los prejuicios o juicios, lo hacemos porque queremos, somos libres al
hacerlo, y escogemos ese camino: el de la aceptación social; así que nada de
que somos víctimas de ellos, que tampoco va por ahí). Yo siempre he hecho lo
que he querido, y casi siempre he querido lo que es “correcto”, lo que se
acerca más al “deber ser” (aunque podamos cuestionar la legitimidad y
procedencia del deber, eso no es tan importante); pero creo que hay límites y
que mi cabello debería ser uno. Ya es suficiente con no poder vestirme
cómodamente para ir a trabajar, ni poder traer el cabello rosa porque se me da
la gana, es suficiente con seguir las normas que nos imponen los jefes y
trabajos, pero además permitir que el prejuicio determine el largo de mi
cabello ¡ES DEMASIADO!
Tampoco digo que un día de estos me corto el cabello y al diablo. No,
pero quiero tomar la decisión (cualquiera que sea) en función de lo mejor para
mí, lo que más ganas tengo de hacer, lo más práctico, no lo que alguien más
dice que es bello.
Uy, como estamos últimamente de trascendentales en todo lo que tiene que ver con el pelo, jajaja.
ResponderEliminarPues sí, tienes que hacer con tu pelo lo que te dé la gana, que para eso es tuyo. Y vaya que no hay mujeres sexies con el pelo cortito. Nada, ni caso.
Por cierto ¿qué es un chongo? ¿Un moño?
Besotes!!
Me inspiré en tu post, para ser honesta... ji ji.
EliminarUn chongo supongo que es un moño (diablos, no estoy segura de qué es un moño), es cuando tomas el cabello y lo "enredas en él... le das vueltas y lo amarras para que no lo traigas suelto... ja ja ja, no sé bien cómo describirlo...).
Besos!! :)