Creo que mi espíritu anticosumo y la nueva filosofía de vida me llevan
a pensar, cada vez más, en temas que no deberían ser escritos en mi blog, pues
son, tal vez, bastante más complejos de lo que yo abordo aquí, y me parece
irresponsable escribirlo a medias.
A pesar de lo que acabo de escribir, confieso que hoy desperté con
este tema en la cabeza y que, dado que mi mente sólo puede rumiar con obsesión
un par de temas a la vez, este se ve en la necesidad imperiosa de salir de mí y
quedarse aquí.
Así pues, mientras me maquillaba hoy, comencé a pensar en todos los
cosméticos y productos de belleza, en cómo algunos están probados en animales y
otros no, en cómo hay minerales (es decir, veganos, súper naturales y
socialmente responsable) y otros que hasta miedo da ponérselos en la cara…
pensaba yo entre capa y capa de sombras, cuando brincó en mi mente la ironía de
la guerra contra la prueba de estos productos en animales.
Estoy de acuerdo en que NO es bueno usar a los animales para nuestro
beneficio, que es cruel ponerles maquillaje y probar qué efecto tienen (sobre
todo porque considero que después de tantos años de investigaciones y
experimentos, ya deberían saber qué productos dañan el cuerpo y cuáles no, sin
necesidad de probarlo en un conejito de hermosa cola esponjosa), y todas esas
cosas. También estoy en contra de ponerte cosas de dudosa procedencia en la
cara (no sé por qué, me da pánico la idea de lo que realmente nos ponemos como
maquillaje o cremas… a veces creo que es pura basura, algo así como ponerse
aceite de cocina mezclado con anticongelante) y que es mejor lo proveniente de
la naturaleza (en cuanto a mi cara y cuerpo se refiere).
Hasta aquí, supongo que no hay nadie que se manifieste en contra,
todos estamos de acuerdo, todos queremos un mundo feliz y nos tomamos de la
mano mientras fumamos la pipa de la paz (ustedes perdonen si yo no le doy el
toque, pero es que nunca me he drogado, y quiero seguir así). El problema surge
cuando el uso de animales en pruebas no se limita a cuestiones de belleza, sino
de salud. No creo conocer a alguien que le parezca “mal” que las pruebas de las
nuevas medicinas (o de las que ya fueron aprobadas) se realicen en animales, es
más, que se hayan utilizado animales para mejorar la calidad de vida de los
humanos (en diversos aspectos, desde comérselos hasta usar válvulas de cerdo en
el corazón). Hasta donde sé, nadie (sí, papá, los veganos y otros como ellos
sí, pero yo no los conozco o sé a ciencia cierta) ha decidido no tomar una
medicina porque fue “probada en animales”; de hecho, creo que a la gente le
causaría más miedo pensar que ése medicamento, que debe salvarles la vida, no
ha sido probado en “algo/alguien”.
¿Por qué se hace la diferencia? ¿Se vale cuando es una cuestión de
vida y no cuando es vanidad?
Si lo llevamos aún más lejos, podemos también reflexionar sobre TODOS
los medicamentos que han sido probados en humanos (desde tiempos inmemorables,
pasando por los nazis, hasta los medicamentos no aprobados en etapa de pruebas
en humanos). Eso lo vemos “normal”, bien, nos da tranquilidad saber que alguien
ya ha prestado su salud y su cuerpo para garantizar que la medicina funciona y
sus efectos secundarios no resultarán peor que la enfermedad erradicable.
¿Por qué está mal probar en animales y no en humanos? ¿La vida de los
humanos debe sacrificarse en aras de la ciencia? Y, entonces ¿la de los
animales, vale más?
¡He ahí mi dilema pensante hoy por la mañana!
Es complejo, creo yo, no es simplemente cuestión de marcar una línea y
decir: esto sí, esto ya no.
Yo, si tengo que escoger, estoy a favor de los productos de belleza
que NO han sido probados en animales, que son minerales y que NO dañan el
ambiente. Pero, en cuanto a los medicamentos, estoy a favor de su prueba en
animales y humanos, siempre y cuando le termine con la vida del animal (en el
momento científico conveniente) sin sufrimiento, y en humanos cuando éstos no
sean coaccionados para someterse a las pruebas, ni maltratos.
Aún así, me parece que la gente debería estar consciente del origen de
los productos que usamos diariamente y tomar, así, una decisión informada de lo
que hacemos y las consecuencias que tienen en los demás (animales y humanos),
porque si no, pasamos la vida metidos en incongruencias.
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