Entonces, decía yo odio lo que las Olimpiadas le hacen a la gente, o
provocan en ellos.
Primero: un fanatismo, un nacionalismo exacerbado digno de los peores
fascistas. La gente traslada la victoria de UNA PERSONA a un país, y en función
de ella posiciona a su país por encima de los demás. Podrán decir y excusarse
en lo que quieran, pero eso se parece mucho a la filosofía de cierto señor de
bajas estaturas y bigote…
Segundo: No compiten países, sino personas. Como insinué arriba,
quienes compiten son personas, de carne y hueso, como cualquier otro, con
capacidades excepcionales para realizar cierta actividad (esperemos, aquella en
la que compiten olímpicamente). No compiten países, son sólo UN sujeto, que
compite él solito, no con todo un país, no tiene la responsabilidad de luchar
por la honra de su país. No. Él representa un país, pero no ES un país. Por ende,
los países no ganan.
Tercero: La mala distribución de la riqueza. Como podrán imaginarse,
me indigna que se invierta TANTÍSIMO dinero para crear la infraestructura
necesaria para albergar tanta gente y deportes; todo porque habrá “muchas
ganancias” pero, y después ¿qué pasa con todo lo construido? ¿todo lo que se
gasta y no vuelve a recuperarse? Y, lo MÁS importante: ¿a quiénes les beneficia
esto, cómo se distribuye toda esta riqueza? ¿O, como siempre, no se distribuye?
Cuarto: Este es complejo, no estoy segura de cómo explicarlo en pocas
palabras, así que tendré que explayarme. Sé y comparto la postura de apoyar el
deporte, pero no de la mala distribución (otra vez) de ese apoyo: se invierte
mucho dinero para capacitar a los deportistas olímpicos, además del dinero que
se les paga (porque es un trabajo, también los deportistas trabajan,
formalmente), y (esto es lo que no me gusta) se les “premia” por cada medalla.
No es que esté mal que premien a quien tiene méritos (que se acostumbra en
todas las áreas del conocimiento y del quehacer humano), el problema es la
desproporción del premio. Sobre todo cuando consideras que el dinero del Estado
es LIMITADO, no es infinito ni inacabable, y por lo mismo se destinan partidas
a diferentes campos, se definen cantidades y objetivos… todo esto con la
intención de que alcance, de que pueda otorgarse dinero a muchas actividades o
necesidades. Entonces, cuando ves que a los premios olímpicos les destinan un
montón y a otras áreas no lo suficiente, a mí me molesta. Y no son sólo los
pesos y centavos, también es la influencia en el pensamiento de la gente.
Escuché la semana pasada a alguien del trabajo decir que debía otorgarse más
dinero para los deportistas, porque ellos sí estaban haciendo algo por el país,
porque ellos eran lo mejor de lo mejor… ¿y los demás? ¿Qué México no es un
TODO, integrado de MUCHA gente que es IGUAL? No, claro que no, porque el campo
y los pobres y los desprotegidos y los necesitados y los que han sufrido
abusos, esos no nos hacen ver bien, esos deben borrarse de la tierra y de
nuestras mentes (que es lo que hace todo el mundo), ellos deben trabajar y no
merecen premios, ellos no tienen nada que ver conmigo, ellos no son parte de mi
país, porque yo soy un campeón y, por ende, mi país también.
Otra vez estamos frente al nacionalismo clasista, frente a la
discriminación, a la cancelación y negación de cualquier objeto/sujeto que
opaque mi fantasía de mí. Y esto, perdón, pero yo no puedo aceptarlo ni
concederlo. Aunque las Olimpiadas no sean, en sí misma, las causantes de esto,
sí son parte del problema, porque su discurso es discriminador.
(Y ni siquiera voy a escribir lo que opino sobre el trato que se le da
a los deportistas en el entrenamiento, el abuso y violencia que sufren para “ganar”).
Hola!!! Aquí ando conociéndote. No sé cómo se habrá vivido en México el tema de las Olimpiadas. Aquí en España la verdad que casi nadie les ha hecho mucho caso. Se viven con más pasión los campeonatos de fútbol pero también en éstos se nota ese chovinismo al que haces referencia en tu entrada. Parece que el orgullo de un país está en ganar campeonatos deportivos, sean de la índole que sean. Muy vergonzoso. Supongo que todo será por el famoso "Pan y Circo" de los romanos. El deporte es el opio de los pueblos y, en vez de ser un sano entretenimiento, pasa a ser una guerra encarnizada por el honor, ya que es gracias a él que la gente se olvida (incomprensiblemente) de sus miserias diarias. Un besote!!
ResponderEliminar¡Hola y bienvenida! Acá las Olimpiadas se viven casi igual que el futbol (nada le gana al futbol, salvo ganar el oro en futbol, contra Brasil, en las Olimpiadas), y de hecho es la misma razón por la que odio también el futbol-pueblo, porque lo viven como propio, los escuchas por todos lados diciendo "hoy jugamos muy bien, hoy ganamos", como si ellos hubieran hecho algo más que tomarse una cerveza frente al televisor.
EliminarEs justo pan y circo, una guerra... y no es que esté mal olvidarse de vez en cuando de las miseria propias y del prójimo, el problema es que desaparecen porque el deporte ocupa toda su atención... Besos!