Cuando el camino se ilumina, me
siento extraña, después de tanto tiempo de esperar y vivir “para cuando…”, no
estoy segura de qué hacer cuando “ya llegué” a ese punto, cuando los planes a
futuro se convierten en presente y los planes dejan de ser eso y se convierten
en decisiones aquí, ahora, sin más. Soy de la idea de que uno pasa gran parte
de su tiempo planeando lo que “pasará” y dejas de poner atención a lo que pasa.
No quiero explayarme tanto en esto, más bien lo damos por sentado: así funciono
yo. Planeo y planeo y planeo y pierdo de vista lo que tengo… o, más bien, así
era yo y ahora, que decidí vivir aquí y dejar de pensar en el después (porque
capaz que mañana me muero y ya no hice ni disfruté nada), el problema es que
uno no “planea” (ja, ja, ja) las implicaciones que estos cambios tienen.
Para hablar del ejemplo que nos atañe el día
de hoy, comienzo con recordarles que mi deseo profesional es ser psicoanalista,
lo he querido desde hace 7 años y, por diversas razones, no he podido
estudiarlo. Toda mi vida profesional, a partir del momento en que decidí ser
psicoanalista, se ha enfocado en tener los ingresos necesarios para pagarme la
escuela y el análisis. Como resulta evidente, eso no es sencillo, es muy caro
formarse y, si además le sumamos mis problemas con la autoridad/malas
decisiones profesionales/y otros pormenores, resulta imposible.
Afortunadamente, el año pasado decidí que en 2012 comenzaría a estudiar
psicoanálisis y que no podía ser de otra forma, haría lo que fuera necesario
para lograrlo, desde tragar mierda en un trabajo que quede muy lejos o me
traten mal o no me guste, hasta trabajar en una esquina (de intremediaria entre
un hombre necesitado y sus orgasmos). LO QUE FUERA. Dicho con melodrama “se me
iría la vida en ello”.
Afortunadamente, no se me ha ido
(la vida) y puedo decir, con toda la emoción, orgullo y ojo Remi del mundo que
hoy COMIENZO MI FORMACIÓN EN PSICOANÁLISIS. Si soy honesta, en ocasiones pensé
que no llegaría que seguro mi inconsciente me jugaría chueco (o derecho, y yo
soy la que va por el camino chueco) y no podría estudiar… aún así, aquí
estamos.
Lo curioso, es que no estoy tan
emocionada, no siento mariposas en el estómago, no me costó trabajo dormir
(como me pasa cuando salgo de vacaciones o algo emocionante va a pasar, me da
lombriz nocturna y duermo muy poco), de hecho me siento un poco desganada… ¡ES
EL COLMO! ¿No? Tanto tiempo chingando con que quiero algo y ahora nada de nada,
ni emoción ni nada… quiero pensar que es el miedo de aceptarlo, que tal vez, si
dimensionara que comenzaré a estudiar lo que desde hace 7 años quiero, me
moriría de nervios y emoción y gritaría como loca y bailaría como duendecito feliz.
Tal vez, si estuviera dimensionado, y espesara lo que debo expresar, debería
dar explicaciones en el trabajo (sobre mi comportamiento), sería oficial y
entonces los demás también opinarían y juzgarían y dirían, y tal vez no quiero
eso, tal vez es tan importante para mí que prefiero no sentirlo ni compartirlo,
dejarlo dentro de mí, abrazarlo como un cachorrito hermoso recién nacido que
aún no abre los ojos pero mueve la nariz y hace ruiditos…
Sí, ya que lo escribo me parece
que esa es la razón, lo quiero sólo para mí, y aún así, no puedo dejar de
publicarlo, de contarlo, de sacarlo, de nombrarlo para que sea real…
Y sólo porque soy bien cursi, les dejo una canción que tiene que ver con esto... (ja)
Siempre deseamos lo que no tenemos, y una vez lo conseguimos se pierde el deseo.
ResponderEliminarMe he quedado intrigado con tu frase, "de problemas con la autoridad."
Lo de problemas con la autoridad, es porque no me gusta obedecer, son medio terca y además independiente, me gusta hacer las cosas a mí manera y tener una persona o autoridad encima de mí criticando y juzgando, no es lo mío. Además, tuve una jefa bien tonta a la que me pareció sencillo demostrárselo (que era pendeja), y eso terminó en mi despido...
EliminarY lo de que se termine el deseo cuando consigues lo que deseabas, creo que a veces pasa, pero a mí, en este caso, comprobé que más bien decidí (insconscientemente, sabiamente, no sé cómo) distanciarme de la emoción porque estaba en el trabajo y si me ponía a bailar de felicidad y emoción tendría que dar explicaciones que NO puedo dar (porque nadie puede saber que estudio eso, porque no les gusta que "vayas a dejar el trabajo pronto", aunque te corran a los dos meses...). Porque, en cuanto me subí al coche, venía cantanto y bailando y estaba emocionada... y ya que tomé la primera clase ¡no cabía de gusto! ¡Me fascinó! Cuando estoy en una clase de psicoanálisis siento que "ahí debo estar", no sé cómo explicarlo, ta vez me siento en calma y satisfecha porque justo eso que estoy aprendiendo es lo que quiero hacer, nada más...Así que estoy en el lugar adecuado :)
Probablemente sea lo que tú dices. Has estado tanto tiempo esperándolo que ahora te parece irreal o no quieres terminar de creértelo del todo por si acaso. Cuando ya estés metida en materia seguro que te da todo el subidón que no te está dando ahora. Un beso y enhorabuena!!!
ResponderEliminar¡¡Justo eso me pasó!! Ya que estuve ahí, la emoción era enorme!
EliminarAunque, sin duda, todavía no termino de creérmelo, estoy ahí, donde quiero estar desde hace años... una cosa irreal!! Besos
De acuerdo con Fran, en cuanto alcanzamos una meta, pierde gran parte de su valor y nos ponemos a buscar otras...
ResponderEliminarCreo que tienes razón, yo ahora procuro averiguar (si es que eso se puede) si lo que deseo es sólo un capricho o algo importante, si es un capricho lo tomo como tal, y si es importante, disfruto el camino y la meta, y veo la meta como una oportunidad de seguir escalando, de subir, de andar, no tanto como algo consumado, sino, en realidad, como parte del camino...
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