Otra frase de esas, típicas, que
escuchas siempre en este tipo de familias (es decir, familias que tienen este
tipo de padres) es “ahora sí va a haber que apretarse el cinturón”, que en este
caso la timba o panza es sinónimo de la forma de gastar y el cinturón es, en
ambos casos, lo que contiene tremenda grandeza. Entonces, si te aprietas el
cinturón, vas a dejar de gastar mucho, es más, vas a tratar de acomodar tu
economía de tal forma que puedas salir de un bache. También se utiliza cuando
ocurre un gasto no planificado o un recorte en el ingreso; en esta situación,
te abrochas el cinturón porque el dinero será menor por el momento.
Como pueden imaginarse, esta es
una frase temporal, que se refiere a un periodo específico y no a una forma de
vida (aunque haya gente que todos los días de su vida se aprieta el cinturón,
porque le quedan grandes los pantalones, o porque quiere negar su panza),
aunque, como todas las ironías y crueldades, se repite con mucha frecuencia.
Otra vez lo mismo, ¿si no tienes
dinero, por qué no dejas de gastar a lo pendejo? Si, porque crees que todo lo
que consumes responde a necesidades básicas, creer que tener el refrigerador a
tope con productos de primera calidad es lo más lógico y racional y que, si
terminas tirando comida que se echó a perder, es porque el resto de la familia
es una desobligada y no porque tú eres un obsesivo consumista que no sabe
cuánto o cómo comprar. Porque claro, esta gente que se aprieta el cinturón
gastan madrales en el “súper”, en gasolina, cambian y cambian de coche, compran
nuevos productos electrónicos inclusive si no los necesitan, van al cine, salen
a comer a restaurantes, compran ropa. Todo lo que NO ES un análisis concienzudo
de sus necesidades y una jerarquía de las mismas. Otra cosa importante es que,
cuando uno tiene el presupuesto apretado o justo, debes someter tus necesidades
al dinero, no el dinero a tus necesidades.
Porque sí, irás por la calle
sintiéndote un chingón porque usas tus tarjetas de crédito y te das una vida
bomba, pero sabemos que no eres más que un pendejo que vive de prestado y que
no es dueño de lo que tiene (porque si no lo has pagado, no es tuyo), que prefiere
vivir de prestado que aceptar su realidad y, como consecuencia, denigra a quien
no tiene tarjetas o decide ser amo de sus gastos (y no al revés, como el
pendejo), cuando, al final, sabemos quién es el pendejo, ¿ o no?
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Soy sólo yo?