Inspirada en un diálogo/debate/algo que tuve hace rato con un amigo (y
sus amigos) en el Facebook, decidí escribir este post, que había pensado antes
pero, para ser honesta, no quería entrar en detalles de derecho y política
aquí, porque eso siempre se presta a problemas. Ni modo, ante lo inevitable:
nada.
Durante el tiempo que estudié derecho y trabajé en la investigación de
su teoría y filosofía, tuve la oportunidad ociosa de pensar mucho sobre
discriminación. Después, entre el psicoanálisis y mi personalidad, me di cuenta
de lo importante que es el respeto ante todo. Pero, en cuanto a la
discriminación, no puedo sino confesar que me parece un poco pendejo crear generalizaciones
y tratar mal o despreciar (o cualquier actividad considerada como
discriminatoria) a la gente porque está en el “grupo” que no nos gusta. Lo
siento, pero me resulta una pendejada. Puedo entender que uno diga “odio a los
violadores”, porque ése grupo en particular ha realizado una acción que afecta,
en términos reales, legales y objetivos a una persona/s o grupo o lo que sea. Y
lo entiendo, pero la verdad es que no lo comparto; puedes odiarlos, pero en
realidad lo que tratas de verbalizar y “odiar” es el miedo que tienes a que sus
actividades (de violadores) recaigan sobre ti, no es abstracto sino todo lo
contrario.
Entonces, si me parece una tontería discriminar, es evidente que no lo
hago… en principio… (y he aquí el tema del post), puedo decir que no discrimino
porque de manera consciente no emito expresiones discriminatorias, ni le brindo
un trato diferente a alguien sólo porque forma parte de un grupo social que a
mí no me gusta. P E R O, a veces, sin siquiera darnos cuenta, decimos frases
que son completa, total y absolutamente discriminatorias:
No seas indiorante
Ahora sí andas como pata rajada
Me hacen trabajar como negro
Pinche indio
Es que las nacas…
Vestida así parece puta de esquina.
No se me ocurren más por el momento, pero creo que todos entendemos el
punto. Esas frases forman parte de nuestro vocabulario, de la forma en que
nuestra sociedad se expresa y las usamos sin siquiera darnos cuenta de que son
discriminadoras.
Dejemos de lado esta parte cultural-discriminatoria, y regresemos a mi
afirmación de que no discrimino, que soy una persona que tolera al otro, sin
importar cuán diferente a mí sea, y que considera que todas las personas merecen
respeto. Esto quiere decir que trato y espero que los demás traten con respeto
al peor de los violadores, al más sangriento y despiadado asesino, a quien
viola niños, a los neo nazis, a los gringos que odian a los mexicanos y los
cazan en la frontera… todos ellos merecen respeto, porque son, antes que otra
cosa, humanos. No quiere decir que por eso no se les aplique todo el peso de la
ley a quienes la violan, o no me aleje de personas que tienden a discriminar
(tanto los grupos a los que pertenezco, como a los que no), pero son cuestiones
diferentes: respeto: sí, libertad: quién sabe.
Expuesta ya mi filosofía sobre la discriminación, leí hoy en el
Facebook un comentario de un amigo que afirmaba que ciertos grupos sociales
(principalmente de clase baja, clase media-baja) que integran tribus urbanas
(emos, reggaetoneros) tienen pésima ortografía, simple y sencillamente por el
tipo de música que escuchan. Es decir, generalizó a quienes tienen pésima
ortografía en el mismo grupo de quienes escuchan reggaetón, sólo porque gustan
de escuchar esta música.
Eso, señores y señoras, es discriminatorio y no debería suceder (ja,
podría caer en discriminar al discriminador, pero ¡no pasará!), sobre todo
porque las generalizaciones tienden a ser falsas o falacias y, ante eso, uno
sólo queda como un tontín.
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