lunes, 15 de junio de 2009

Nadie te querrá como lo hago yo...

Mientras jugaba a la Cenicienta (en este caso jugaba significa cumplía irremediablemente con mi obligación y necesidad de limpiar), recordé o pensé, no sé bien si fue un nuevo pensamiento, la frase de "nadie te va a querer como lo hago yo" y sus respectivas variaciones, que nadie te va a dar lo que yo, nadie te va a besar como yo, y demás.
Me parece una frase muy curiosa, por un lado es una verdad irrefutable, pues cada uno de nosotros sentimos y externamos nuestros sentimientos y emociones de manera diferente, nos conectamos con el otro según nuestra personalidad, pasado, inconsciente, etc., y por esto, sin duda, queremos de manera exclusiva y diferente a todos los demás. Pero, si lo pensamos así, resulta tonto hacer énfasis en un pleonasmo de esta magnitud. Por supuesto, si nadie va a querer a nadie como yo, entonces qué más da decirlo, tampoco yo querré a esa persona como cualquier otra persona, así que soy única, pero al mismo tiempo igual a los demás. Entonces, ¿por qué lo decimos? ¿Por qué existe una necesidad de reafirmarle al otro (yo pienso que más bien a uno mismo) que somos únicos? ¿No deberíamos más bien, en caso de pérdida, apelar a algo más? Y digo pérdida, porque esta suele ser una frase enunciada sólo en casos desesperados cuando sentimos que estamos perdiendo al otro.
Pensado así las "cosas" (más pronto cae un hablador que un cojo), me parece obvio que uno apele a esto. Por supuesto, pierdes a alguien, o estás a punto de perderlo, y entre tanto dolor y angustia, lo único que puede ayudar es reafirmarnos, verbalizar y externar nuestra individualidad, nuestra existencia como individuos y la necesidad del otro. Porque, si lo pensamos bien, sólo existimos y hacemos si hay alguien del otro lado que lo pueda apreciar. Qué triste, deberíamos bastarnos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Soy sólo yo?