lunes, 28 de diciembre de 2009

Navidad


Sonaré absolutamente amarguete, y en realidad sé que lo soy, pero creo que con respecto al tema de Navidad, soy bastante objetiva: LA ODIO.
Razones, hay varias, mi infancia no hizo que fueran muy amenas, pero sobre todo, porque me parece una burla. Se supone que es una época para estar con la familia, convivir, disfrutar una buena cena, y por supuesto, utilizar los regalos como una forma de expresar amor. No sé si esto sea universal, o sólo pasa en mi familia, pero la verdad es que esto no sucede. La comida en sí, me choca, no me gusta el pavo (a menos que lo haga la mamá de Aremy), me choca la simple idea de los romeritos, por no mencionar el horrible olor de los camarones secos que alguien cree que es buena idea meter en algo tan especial y exquisito como el mole, y después, el bacalao (por supuesto, el de la mamá de Aremy no se incluye, pues es sin duda alguna el mejor que alguna vez he tenido suerte de probar), que siempre está salado, no tiene gran sabor, y las aceitunas y piñones no son suficientes. Cuando pregunté por qué no mejor comíamos algo que a todos o la mayoría nos gustara, me contestaron que eso se comía en navidad, y que como sólo era una noche, pues que me chingara (con la diplomacia que caracteriza a las familias, es decir, sin groserías, pero con sarcasmo, autoritarismo y desprecio). Así, en cuestiones alimenticias, no me queda más que llenarme de botana.
Después, en la cuestión de la convivencia en familia, qué decir! (ironía, por supuesto), la mitad de la familia "tiene" otras actividades familiares que satisfacer, por lo que convivir se vuelve más en un arreglo o contrato, inamovible, y que siempre puede traer aparejado embargo (recordemos a Jesús Andrés) en caso de incumplimiento. No sé por qué, pero en mi familia no se platica de uno, no se convive tal cual, siempre son temas generales que no nos afectan, o, en su defecto, afectan a quienes sí son importantes (ya saben, cuestiones de jerarquía). Pero no hay tiempo para hablar de cómo estamos, qué hemos hecho, qué pensamos, qué queremos de la vida. Ningún detalle (como chica escolta, cero particulares, puro "trabajo" ja ja ja) personal que pueda comprometer el interés en otra persona.
Finalmente, los regalos. Me encantan los regalos, pero siempre tienen un problemita, atinarle a lo que de verdad me gusta o quiero, es difícil (tampoco imposible, y sería facilísimo si la gente preguntara o pidiera una lista, o algo así). Además, comienzan las comparaciones, ¿El regalo más grande será para la persona que más se quiere? ¿O el más caro? Inminentes son las comparaciones. Mi abuelo, durante muchos años dio el mejor regalo: dinero. Antes nos compraban cosas, casi siempre padrísimas, hay que aceptarlo. Si alguien te regala dinero, te hace feliz!!! Así puedes ir a comprar lo que TÚ quieres, mo lo que alguien más cree que podría gustarte, porque a ellos les parece que "eso" es lo que te gusta o gustaría. Demasiada proyección y adivinación. Me gustan también los regalos de Ángel, porque siempre me pregunta qué quiero, y me lo compra. Sin duda alguna, SIEMPRE LE ATINA. Creo que más que la emoción de la sorpresa, debería ser importante la emoción de la acertividad.
Así, todo parece indicar que no me gusta, ni me gustará algún día navidad. Bueno, tal vez podría gustarme si dejáramos las pretensiones y pautas quesque navideñas, y concentrarnos realmente en el otro, en los demás, en la convivencia, y que lo importante es la oportunidad de estar juntos. El año pasado le comenté a mi prima que debíamos aprovechar esa navidad, pues sería la última con la abuela, y así fue. Murió en septiembre, y esta navidad y las siguientes ya no estará. Pero, a pesar de esto, no aprendimos (el plural es para ser menos agresiva, porque yo no soy así), este año no aprovechamos la oportunidad de estar juntos, de convivir realmente con los demás.
Así las cosas, y ante la realidad de que no cambiarán las cosas, afirmo nuevamente: ODIO NAVIDAD.

Las aventuras de Sherlock Holmes


Así es, todas, y cuando digo todas, me refiero a ese absoluto de TODAS, las he leído. Mi papá le regaló a mi abuela todos los libros de Sherlock, y aprovechando, con cierta vergüenza, que ella ya no los va a leer, pues los tomé, y los leí todos.
Siempre me había interesado el detective deductor, pensativo y siempre certero, pero sin duda alguna, ahora que ya leí todo lo que de él se ha escrito, puedo afirmar que es absolutamente increíble y maravilloso. Me impresiona cómo Sir Arthur Conan Doyle pudo escribir tan bien cada detalle, situación, imagen. Padrísimo sin duda alguna.
Ahora, con todo el conocimiento necesario, me preparo para ver la película. Aunque, tengo un poco de miedo, pues los cortos que he visto lo representan como un hombre de acción más que un hombre de cerebro, y eso no me gusta. Pero, ay de ver...