lunes, 7 de noviembre de 2011

Cómo afecta.

No sé por qué, con una mala noticia (mi despido) que cambia, evidente e irremediablemente mi vida, mis ganas de escribir se esfuman. 

Y, es que, aunque suene ridículo, soy una mujer de costumbres, que ama el orden y la planeación (que no forzosamente la rutina), y dejar de trabajar le ha dado en la madre a las costumbres. Me enoja que en esto nunca nadie repara, que ir a trabajar es más que un trabajo o el dinero que recibimos por hacerlo, es rutina intestinal (porque eso también se ha visto afectado), es dormir bien, es tener amigos con los que platicas todos los días, tener una organización y control sobre tus alimentos (porque yo hacía de comer y comía balanceado de lunes a viernes), es estar separada de tu pareja y por lo mismo extrañarla y ansiar el momento en que llegas a casa a estar con él (o ella), es tener una razón para levantarte bien temprano todos los días y que rindan, es querer hacer más. Porque así me sucede a mí, mientras más actividades tengo, más ganas de hacer más me dan, pero mientras menos... puedo quedarme acostada en la cama días seguidos sintiendo frustración por lo que vivo.

Es terrible, porque la gente que se entera tampoco repara en ello, todo lo contrario, ven las ventajas de despertarse temprano, y sí, les parece terrible que no tengas un ingreso. Pero, ¿y lo demás?

Por eso, siento que no quiero escribir, me da tristeza checar los blogs que sigo, porque para el mundo la vida sigue y para mí, está detenida, en espera de algo... de entender, de sentir... no sé, de algo...

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¿Soy sólo yo?