miércoles, 19 de septiembre de 2018

Relaciones mezcladas

Seguramente he escrito al respecto pero, si no, comencemos por el principio: fui criada, cuidada y querida por mi abuela paterna. No es que mi madre no estuviera presente (vaya si lo estaba, y no en el buen sentido), es simplemente que desde pequeña fue mi abuela quien se encargó de la parte de cuidados y de amor en lo que a mi respecta (sí, es curioso que no sucediera así con mi hermano, que sólo es 13 meses mayor que yo).


Así las cosas, mi madre es/fue mi abuela; a quien escucho en mi cabeza cuando hago travesuras o muladas, quien se ríe conmigo de mis chistes, a quien le cuento lo que pasa, quien es mi referencia en cuestiones de cuidados y de amor. [Tal vez habría que decir que ella murió hace 9 años (como ya conté por acá en ese entonces) y que sí, tal vez estoy medio loca por hablar con mis muertos, pero son míos y yo hago con ellos lo que se me dé la gana.]



En los últimos tiempos, he caído en cuenta de que no soy yo la única que considera que mi madre fue mi abuela:
- Mi abuelo, me decía "háblale a tu madre";
- Mi papá, a veces habla de nuestra mamá;

- Un tío, hace poco, relataba una historia de cuando él y mi papá eran niños "y tu mamá se enojaba un montón porque ensuciábamos la ropa". Y no, no se refería a la mujer que me parió.

Pareciera que ambas categorías mías se confunden y se mezclan: soy la hija, soy la nieta, soy las dos. En las historias familiares, ella siempre es mi madre, se refieren a ella así pero, al mismo tiempo, su marido (mi abuelo) no deja nunca de ser mi abuelo, ni mis tíos mis tíos, ni mis padres mis padres. Simplemente, en lo que respecta a mi abuela (o, tal vez, debería decir a "nuestra relación") la relación es doble, confundida y mezclada.

Yo decidí, hace muchos años, que ella era mi madre, que en esto que es mi historia y mi vida, yo podía elegir qué lugar le correspondía a cada quien y que ella sería, había sido y será mi madre (lo cual, curiosamente, no cancela que mi madre también es otra, y que no dejo de reconocerlo así). Esta decisión me dio paz, me permitió sanar y re-contar mi historia, dejar de sentirme sólo vacío e incomodidad, sentir amor, calientito y sonrisas. Sé que esto es mi decisión y es respecto de mi historia, nada más...

Y, aún así, escucho a la familia contar historias de mi madre, como si eso que yo re-conté es en realidad lo que pasó, como si algo de eso sí hubiese sucedido, como si esta historia, la mía, también fue la de ella y, en tanto suya, también decidió ser mi madre.

Así, tengo historias con mi madre, con mi abuela, con mi abuela y mi abuelo, con mi madre y mi abuelo, con mi madre y mi hermano (su nieto), tantas variedades que, aunque podrían, no se confunden ni se cancelan. ¿Quién dijo que uno sólo puede ser una sola persona para alguien más?

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¿Soy sólo yo?