jueves, 12 de julio de 2012

En la quincena te lo compro.


No sé si sea un fenómeno humano, tercermundista, de wannabe capitalista, latino, mexicano, chilango o qué, pero sin duda alguna lo he visto en varias familias (lo he visto quiere decir que he adquirido esa experiencia de primera mano, para que no parezca poco científico).

Pongamos, por ejemplo, una bella mujer de 15 años que quiere unos jeans, o necesita un libro, o calzones, o anteojos, o ir al ortopedista, esa mujer vive con su padre y la esposa de él (obviamente) y, cuando pide dicho objeto (o necesidad) la respuesta es:
Te lo compro en la quincena
O
Ahora que tenga dinero, te lo compro

No sé ustedes, pero a esa mujer, esa frase le hace pensar (pendeja ella) que sí van a comprarle/pagarle lo que pidió, así que deja pasar los días hasta que llega la quincena, ahora está ansiosa y espera el día en que sus necesidades sean satisfechas… pero no pasa nada… los días van y pasan y ninguno de los dos adultos ha cumplido su promesa (declaración unilateral de voluntad, vaya, que es que te obligas por expresarlo) y, no sólo eso, la mujer ha escuchado todos esos días comentarios sobre la falta de dinero, los mil gastos, las preocupaciones, los cinturones apretados (ya hablaremos de esta frase, calma), etc. Así que, frustrada y triste se da cuenta de que no se lo van a comprar, no importa si lo necesita o lo quiere, es algo que no va a tener.

Ejemplos como estos, seguro que todos tenemos varios, no creo que sea una situación que escape del conocimiento de cualquier clasemediero. Lo que sin duda alguna escapa de nuestro conocimiento es
¿por qué chingados, si no te van a comprar las cosas, te dicen que sí, pero que esperes a la quincena?
No creo que sea muy difícil de discernir, entender, comprender, interiorizar, es fácil: si no lo vas a hacer, no digas lo contrario. Porque, y he aquí lo importante, los hijos confían en ti, creen que cuando dices algo es por una razón y que no vas a dejar de cumplir tu palabra. Obvio, después de dos o tres “en la quincena te lo compro”, dejan de confiar en ti y se dan cuenta de que tu palabra no es más que eso: palabras vacías.

Claro, dudo que los padres alguna vez se hayan puesto a analizar esto, que crean que las intenciones son lo único que importa y nos marca, y no los hechos. Porque no dudo que te lo dicen así porque su intención es comprarte lo que pides, pero que los gastos los rebasan y por eso ni modo, esta quincena no se pudo. Ahora bien, más allá del terrible trauma emocional que nos provoca la falta de congruencia, honestidad, responsabilidad y honor que tienes nuestros padres, yo me pregunto ¿por qué lo dicen?¿por qué no mejor te dicen que no hay dinero para eso y que si quieres algo vas a tener que trabajar para poder comprarlo. O, mejor aún, que uno no puede ir por la vida deseando objetos que rebasan tu condición económica, que es mucho mejor aceptar que no tienes dinero para eso y, que si en verdad quieres algo, debes comenzar por trabajar y satisfacer tus necesidades básicas.

Esto en el caso de la gente cuya economía no es laxa, pero en el caso de quienes ganan bien pero por más que ganan “no les alcanza”, deberían priorizar, en el ejemplo de la hermosa mujer, en su familia sí había dinero suficiente, se compraban varios productos considerados (por quien quieras, menos los que son consumistas y pendejos, al mismo tiempo o sobre las mismas cosas) de lujo. ¿Cómo es que no hay dinero para unos calzones o anteojos o médico, pero sí hay dinero para que los hermanos de ella traigan tenis caros, o se vayan al cine, o el padre y la madrastra salgan de viaje? Seamos sinceros, si no hay dinero, es porque son unos irresponsables. (Nota: los hijos cuestan y un chingo, si no quieres gastar en ellos no los tengas, y si ya los tuviste, te chingas).

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Soy sólo yo?