martes, 11 de septiembre de 2012

Pero qué rápido pasa el tiempo

A veces estamos muy metidos en lo que hacemos diariamente, en las tonterías que llevan nuestra vida (aunque creamos ser amos y señores de ella) y no nos damos cuenta de que el tiempo pasa y rápido, que en un respiro han pasado 3 años desde que murió mi abuela (se cumplen el jueves) y que muchísmas cosas importantes han acontecido, y no sólo eso, sino algo bien importante: yo he cambiado.

No lo digo como cliché o pose de que uno cambia porque así es la vida, bla bla bla. No, lo digo en serio. Me parece que hay ciertos sucesos en la vida de toda persona que "mueven" todo su ser: pensamientos, emociones, metas, vivencias, objetivos, valores, principios, prioridades, relaciones, todo; y esto nos reacomoda de alguna forma (sí, a quien no tiene ningún cambio, la vida "pasa" y ellos siguen como si nada, cual roca ante el viento) y nos obliga a mirar adentro tal vez más de lo que solemos.

Eso me pasó a mí (creo que ya lo dije), a partir de la muerte de mi abuela que fue, prácticamente mi madre y  quien más que querido en mi vida, cambié. Me di cuenta de que muchas emociones, actitudes y pensamientos "buenos" que yo tenía no eran de ella (como había pensado antes), sino míos, de que alguna forma yo los había interiorizado y hecho míos para después regresarlos, de alguna forma. Así, me convertí en una persona mejor (y no es que antes lo no lo fuera, pero lo importante es que uno lo sepa, lo viva, lo sienta, si no, es como si no existiera) y pude vivirme de otra forma. A partir de ese momento, el cambio parecía inminente (escuché en una película, La confesión,  que lo difícil no es saber qué es lo correcto, sino no hacerlo cuando ya sabes qué es), resignificar lo que hacía y quería; y no pude evitarlo, aunque sea un proceso que me ha tomado 3 años (y los que me faltan), me parece que ha funcionado, y no porque sea una mejor persona sino porque soy "más yo".

Sé que eso suena mal, raro, incómodo y pose, pero no. Soy de la idea de que uno pasa casi toda la vida siendo lo que alguien más quiere o creemos que desea, y no lo que nosotros deseamos, queremos o necesitamos; y, en ese "satisfacer expectativas ajenas" nos borramos o desaparecemos un poco (aunque podría decirse que eso también podría ser justo lo que somos... pero no quiero entrar ahorita en esos detalles). Eso era lo que me había pasado, me había desdibujado y, cuando murió mi abuela, tuve que reacomodar y me llevó, inevitablemente, a decidir si quería ser eso que era, o ser más yo.

Evidentemente, opté por ser más yo, por quitarme poco a poco todas esas actividades y objetos que me esclacizaban en vez de hacerme sentir mejor; dejar de esperar que el momento adecuado llegue y comenzar a hacer lo que quiero y deseo.

Porque, al final, no sabes cuánto te vas, pero lo cierto es que no te llevas nada, así que más vale aprovechar lo que hay ahora, mientras lo tienes y puedes.

P.D. Creo que no iba por aquí mi entrada de hoy, sino más bien hacia la tristeza, a cómo se acostumbra uno a vivir sin alguien aunque eso implique que siempre te falte, que el espacio que dejó quede vacío hasta el final. Y, el miedo de olvidar, porque si ella ya no está aquí y yo llego a olvidarla, no quedará nada (para mí) más.

1 comentario:

  1. El espacio que dejó no está tan vacío. Lo llenas tú en cierta forma con todas esas cosas suyas que adoptaste e hiciste propias. Un beso grande.

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¿Soy sólo yo?