martes, 5 de mayo de 2009

Telenovelas


En estos días de encierro y paranoia (yo sólo he tenido lo primero) he pensado mucho en todos mis deseos oscuros y prohibidos, en todas esas cosas o situaciones que nos gustan mucho, pero nos avergüenza no sólo hacerlo en público, sino siquiera aceptarlo. Yo tengo varios, pero creo que con el tiempo algunos han dejado de estar escondidos, no sé por qué, tengo una necesidad perversa de contarle a mis amigos las cosas vergonzosas que me gusta hacer.
Por ejemplo, amo las telenovelas, la posibilidad de ver historias completamente ficticias y fuera de realidad, sobre personas que sufren de manera estúpida durante meses, sólo para terminar los protagonistas felices para siempre, y los malos en las peores circunstancias (cuando son arriesgados los escritores y directores, pueden hasta matarlos terriblemente, o morir en accidentes tontos). Me encanta que actúen tan mal, sobre todo porque sé que algunos de esos actores son excelentes (cuando uno los ve en teatro representando perfectamente un buen personaje, te das cuenta que lo otro también es actuación, no falta de capacidad o calidad), la idea de ir a trabajar y hacer tu trabajo de la peor manera, me parece fascinante. Por supuesto, es triste que sólo ahí se pueda, pues no me imagino a un médico llegando al hospital y decidiendo que ese día diagnosticará mal a todos sus pacientes y les recetará medicinas que los maten, sólo porque así gana más dinero (como pasa en las telenovelas). No pasa, triste, pero así es. Supongo que son las ventajas de que el trabajo actoral siempre implique ficción y temporalidad (sólo un personaje en un momento y lugar delimitado), porque los demás, que trabajamos fuera de ficción debemos siempre dar lo mejor de nosotros y hacer las cosas bien, pues de otra manera hay consecuencias perjudiciales para uno, o para los demás. Por supuesto, y he ahí el éxito de las telenovelas, hay mucha gente que cree que lo que sucede en ellas es real, o puede convertirse en realidad. Muchas personas, sobre todo mujeres (pues son quienes más ven telenovelas) saben que lo que sucede en la tele puede pasarles a ellas, que sólo se necesita mucha paciencia y desearlo de verdad. Maravilloso sería si así fuera el mundo, pero si este fuera el caso, seguro que nadie querría ver telenovelas, pues serían sólo documentales o parte de las noticias, y esto le quitaría el encanto.
Es como las películas de Disney, pasamos toda la infancia viendo princesas que se enamoran de príncipes que corresponden a su amor, pasan momentos de tristeza y dolor, pero todo es soportable porque después, cuando se casan, son felices para siempre. Es como pagar con un poco de dolor la felicidad que nos espera. Por supuesto, los golpes de la vida y el dolor que se vive realmente, no es tan hermoso como en la ficción, podemos pasar años, o toda nuestra vida sufriendo, esperando siempre el momento en que mágicamente nuestra situación va a cambiar, ¡como si eso fuera posible!
Tal vez, la razón por la que uno ve las telenovelas y las películas de Disney es más sencilla y no implica emitir un juicio tan terrible sobre el espectador; podría ser que uno las disfruta porque es la única manera en que podemos vivir historias con finales felices, pues sabemos que en realidad, estamos destinados al sufrimiento eterno, y sólo un poquito de felicidad...

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Soy sólo yo?