miércoles, 8 de agosto de 2012

Not tested on animals


Creo que mi espíritu anticosumo y la nueva filosofía de vida me llevan a pensar, cada vez más, en temas que no deberían ser escritos en mi blog, pues son, tal vez, bastante más complejos de lo que yo abordo aquí, y me parece irresponsable escribirlo a medias.

A pesar de lo que acabo de escribir, confieso que hoy desperté con este tema en la cabeza y que, dado que mi mente sólo puede rumiar con obsesión un par de temas a la vez, este se ve en la necesidad imperiosa de salir de mí y quedarse aquí.

Así pues, mientras me maquillaba hoy, comencé a pensar en todos los cosméticos y productos de belleza, en cómo algunos están probados en animales y otros no, en cómo hay minerales (es decir, veganos, súper naturales y socialmente responsable) y otros que hasta miedo da ponérselos en la cara… pensaba yo entre capa y capa de sombras, cuando brincó en mi mente la ironía de la guerra contra la prueba de estos productos en animales.

Estoy de acuerdo en que NO es bueno usar a los animales para nuestro beneficio, que es cruel ponerles maquillaje y probar qué efecto tienen (sobre todo porque considero que después de tantos años de investigaciones y experimentos, ya deberían saber qué productos dañan el cuerpo y cuáles no, sin necesidad de probarlo en un conejito de hermosa cola esponjosa), y todas esas cosas. También estoy en contra de ponerte cosas de dudosa procedencia en la cara (no sé por qué, me da pánico la idea de lo que realmente nos ponemos como maquillaje o cremas… a veces creo que es pura basura, algo así como ponerse aceite de cocina mezclado con anticongelante) y que es mejor lo proveniente de la naturaleza (en cuanto a mi cara y cuerpo se refiere).

Hasta aquí, supongo que no hay nadie que se manifieste en contra, todos estamos de acuerdo, todos queremos un mundo feliz y nos tomamos de la mano mientras fumamos la pipa de la paz (ustedes perdonen si yo no le doy el toque, pero es que nunca me he drogado, y quiero seguir así). El problema surge cuando el uso de animales en pruebas no se limita a cuestiones de belleza, sino de salud. No creo conocer a alguien que le parezca “mal” que las pruebas de las nuevas medicinas (o de las que ya fueron aprobadas) se realicen en animales, es más, que se hayan utilizado animales para mejorar la calidad de vida de los humanos (en diversos aspectos, desde comérselos hasta usar válvulas de cerdo en el corazón). Hasta donde sé, nadie (sí, papá, los veganos y otros como ellos sí, pero yo no los conozco o sé a ciencia cierta) ha decidido no tomar una medicina porque fue “probada en animales”; de hecho, creo que a la gente le causaría más miedo pensar que ése medicamento, que debe salvarles la vida, no ha sido probado en “algo/alguien”.

¿Por qué se hace la diferencia? ¿Se vale cuando es una cuestión de vida y no cuando es vanidad?

Si lo llevamos aún más lejos, podemos también reflexionar sobre TODOS los medicamentos que han sido probados en humanos (desde tiempos inmemorables, pasando por los nazis, hasta los medicamentos no aprobados en etapa de pruebas en humanos). Eso lo vemos “normal”, bien, nos da tranquilidad saber que alguien ya ha prestado su salud y su cuerpo para garantizar que la medicina funciona y sus efectos secundarios no resultarán peor que la enfermedad erradicable.
¿Por qué está mal probar en animales y no en humanos? ¿La vida de los humanos debe sacrificarse en aras de la ciencia? Y, entonces ¿la de los animales, vale más?

¡He ahí mi dilema pensante hoy por la mañana!

Es complejo, creo yo, no es simplemente cuestión de marcar una línea y decir: esto sí, esto ya no.

Yo, si tengo que escoger, estoy a favor de los productos de belleza que NO han sido probados en animales, que son minerales y que NO dañan el ambiente. Pero, en cuanto a los medicamentos, estoy a favor de su prueba en animales y humanos, siempre y cuando le termine con la vida del animal (en el momento científico conveniente) sin sufrimiento, y en humanos cuando éstos no sean coaccionados para someterse a las pruebas, ni maltratos.

Aún así, me parece que la gente debería estar consciente del origen de los productos que usamos diariamente y tomar, así, una decisión informada de lo que hacemos y las consecuencias que tienen en los demás (animales y humanos), porque si no, pasamos la vida metidos en incongruencias.


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