jueves, 15 de septiembre de 2011

Caballerosos hasta en la oficina

Lo odio, simple y sencillamente, me choca que los hombres sean caballerosos en la oficina. Me incomoda muchísimo cuando el caballero se espera y detiene la puerta para que tú (a quien le faltan todavía tres metros en llegar a la puerta) pases. Me parece estúpido, incómodo y discriminador. Por supuesto que no soy partidaria de que te cierren la puerta en las narices, porque hay una diferencia entre ser caballeroso y ser grosero.

Más allá del sexo de las personas en cuestión, estoy más que a favor en que si viene alguien con un montón de cajas debemos ayudarle a cargarlas, abrirle la puerta, qué se yo, no esperar a que él nos la (puerta) sostenga a nosotras sólo porque somos mujeres. Esas son mamadas. Además, y esto deberían pensarlo todas las mujercitas que esperan este comportamiento: si quieren un sueldo igualitario, un trato igualitario dentro de la oficina, deben dejarse de estas cosas. Eres o no eres machista, y ahí sí que no hay ni cómo hacerle.

Claro, ustedes pensarán, es que no tiene nada que ver una cosa con la otra, pero sí que la tiene. Repito, una cosa es ayudar a quien le vendría bien una mano, o simplemente sostener la puerta si otra persona (tuerca o tornillo) va a entrar también, y otra es ser grosero  o esperar una caballerosidad digna de la Reina Isabel. No no no, me niego rotundamente.

Sobre todo, me niego a aceptar la nueva modalidad del feminismo, en el que soy muy chingona e independiente para salir a trabajar, ganar mi dinerito, tener mi coche, tomar mis propias decisiones, exigir igualdad con relación a los hombres, hacer chistes feministas, indignarme por el machismo como si fuera una afrenta personal, y utilizar tono doctoral para denigrarlos; PERO, cuando se trata de pagar la cuenta, mantener la casa (cuando viven juntos), pagar el coche, hablarle a quien nos gusta, abrir la puerta, caminar por la calle, entonces SÍ que somos unas mujercitas chapadas a la antigua y esperamos que el hombresillo en cuestión de comporte de esa manera.

¿Dónde cabe tanta ambivalencia enloquecedora? O la una, o la otra. Pero no me vengan con sus tonterías de: yo odio que un hombre diga que la mujer está obligada a cuidar al hijo y al mismo tiempo sean de la idea (y de la costumbre, acción, etc.) de que un hombre debe sufrir y rogar para salir con ellas...
¡Por el amor de Dios!
P.D. Me encontré un blog que decía algo muy similar a lo que yo pienso...

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