lunes, 12 de septiembre de 2011

El alcohol me cierra la boca

Sí, es cierto, hemos encontrado el remedio que todos han estado buscando, eso que podría hacer que los milagros ocurran, que la vida cambie, que todo sea diferente... ja ja ja...
Después de varias reuniones familiares y por cuestiones de salud mental (y mi nueva práctica de los límites, que no es tan nueva) he decidido no enfrascarme en las discusiones familiares que siempre llevan a malos puertos (es decir, peleas, gritos, molestias, disculpas hipócritas, aceptación obligada de disculpas hipócritas, etc.), pero esto no es tan sencillo como parece (si es que parece sencillo).

Qué podemos decir aquí que cualquiera que haya convivido conmigo más de 15 minutos no sepa: me gusta hablar, no se me escapa nada (ni las incongruencias, ni las estupideces, ni los errores en el uso del lenguaje, ni la irónía, ni el albur, ni nada de nada) y me encanta evidenciar mis cualidades con el lenguaje. Soy parlanchina de nacimiento (cuentan que antes del año yo ya hablaba sin parar) y además vanidosa, por lo que mostrar mi "atención" al parlante es muy importante. Por esto me es complicado y muy difícil cerrar la boca cuando la gente empieza a decir pendejadas, criticarse a sí misma al criticar a otro que hace lo mismo que ellos,ser incongruente, y demás. Es difícil difícil, difícil.

Después de muchos, pero muchos, años de permitir que mi boca fuera lo más rápido del oeste (incluse más veloz que mi conciencia), me di cuenta de que me metía en situaciones incómodas para mí (que si lo eran/son para los otros, me tiene sin cuidados, pero para mí es otra historia) y que no siempre era sencillo salir de ellas (porque, también, me aburre pronto el error ajeno o su estupidez/necedad). Así que, ahora que soy una mujer adulta (ja ja ja) y madura, ya no lo hago, o procuro no hacerlo.

Pero no todo es magia y voluntad, he tenido que buscar y buscar algún método, herramienta o secreto que me permita hacer esto, y ¡lo he encontrado! (no aplica para todas las situaciones, pero sí para la mayoría y las importantes): EL ALCOHOL (No demasiado, porque entonces me la paso mal) me permite escuchar una conversación o situación y desconectarmente completamente de mi necesidad de réplica, y me hace muy feliz. Sobre todo, porque al final del día puedo llegar a casa y platicar sobre lo escuchado, sin ningún riesgo.


Los milagros, inclusive cuando podrían ser dañinos, pueden ser maravillosos...

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